Delaware

La Rioja, nuestra región, tiene un Producto Interior Bruto basado fundamentalmente en servicios, industria y agricultura, cuyo denominador común de los tres sectores productivos, no lo olvidemos, es nuestra identidad: el vino. Tenemos el mejor vino del mundo, pero no es suficiente. La competencia, como es lógico, no descansa y ya todas las regiones elaboran muy buenos caldos. Por tanto, no nos quedemos mirándonos el ombligo y ampliemos horizontes. Como me decía mi amigo, después de machacarme al mus, ¿por qué no podemos ser como Delaware? Si no nos cuesta dinero, solo voluntad y ganas. Pero para eso tenemos que tener unos políticos a la altura de las circunstancias. No podemos tener un político que se jacte de subirnos los impuestos porque es socialdemócrata. Ni tener una política que vaya a un desayuno en ayunas de ideas para el futuro para nuestra región. No podemos tener unos políticos que no gestionen bien los recursos, que no sean eficientes y que nos empobrezcan con subidas de impuestos. No podemos tener unos gestores públicos que cambien sus ingresos legales de recaudación de IVA por un préstamo, que de todas las formas hay que devolver. ¡Vaya linces! Cambian fondos propios por deuda. Por si no fuera bastante, La Rioja va a perder el tren, nunca mejor dicho, de la infraestructura ferroviaria tan importante para nuestro desarrollo, competitividad y supervivencia económica. Tenemos comunidades limítrofes carnívoras que nos quitan las tajadas del plato y no pasa nada. Los políticos tienen que dejar de gobernar para el partido y hacerlo para los ciudadanos.

Para aquellos que según ellos es para los que trabajan, pero lo único que demuestran es la falta de autocrítica y lo fuerte que se agarran al sillón. La situación me recuerda la historia del rey desnudo, que todos los cortesanos le decían lo que él quería oír, ¿quién se aventurará a ser el niño? Yo quiero que La Rioja gestione como Delaware.