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Mira que nos gusta echar balones fuera. Nosotros (casi) nunca tenemos la culpa de nada. Porque siempre hay una mano negra, una intención oculta, un interés malvado... cuyo objetivo es engañarnos y confundirnos. El otro día, en un grupo de whatsapp en el que apenas ... participo mandaron aquello de los tapones amarillos de Font Bella. Como la sangre me hierve con estas cosas, dediqué 30 segundos de mi tiempo a buscar el desmentido en internet e hice mi única aportación al grupo en meses. La respuesta de quien lo había enviado me dejó de piedra: «pues los de Font Bella deberían rectificar, lleva a confusión». Iba a ponerme a discutir que no había confusión alguna y que los bulos crecen porque la gente comparte sin pensar. Pero preferí dejarlo porque sabía que me iba a conducir a un cabreo y a una conversación de besugos.
Días después, a otro grupo llegó un audio con una historia macabra de una tía que se llevó a uno a casa y por la mañana estaba plastificando el salón para descuartizarla, o algo así. Perdí otros 30 segundos en la red y mandé el desmentido de 'Maldito bulo'. La que había enviado el audio contestó que menos mal y que gracias por la aclaración. Dos errores, diferente actitud.
No es que esté en la mano de los ciudadanos desmentir bulos. La mayoría de las veces es muy difícil. Pero sí que es nuestra total responsabilidad no contribuir a su difusión. Es fácil: vete a Google y busca. Si es una noticia falsa aparecerá enseguida la aclaración. Y si no aparece (pero sigue pareciendo extraño), dedos quietos. No compartas. Puedes dejar de ser culpable de eso de las 'fake news'. Los bulos de toda la vida.
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