Lo que debe hacer un político

Aquello acabó siendo una especie de engendro de túnel en curva, en uno de los mayores ejemplos de cuñadismo que se han visto en Logroño. La obra estaba dibujada, adjudicada y empezada. Hasta que llegó Hermoso de Mendoza a la alcaldía, y dijo: óiganme. Si nosotros estamos convencidos de que esto no ha de ser así... ¿por qué vamos a hacerlo así?

Y lo que hizo: parar las obras, cambiar de empresa, indemnizarla, hacer un nuevo proyecto y volver a comenzar con la idea original, pero esta vez con un simple cruce con semáforos en lugar de con una rotonda. De túnel, ni hablamos. Todo eso, a sabiendas de que así muy probablemente tendría toda la legislatura la cosa parada, una obra a medio hacer en pleno corazón de la ciudad y un arma política más que notable en manos de la oposición.

El lunes, cuando empezó la obra, estaba el alcalde con la prensa cuando una vecina se puso a gritar por la ventana. Que qué desastre y tal. No es la única que lo piensa: de esto y de todo lo que ha venido en llamarse «calles abiertas». La respuesta de Hermoso ha sido la que ha venido diciendo todos estos años: esto es lo que nosotros estamos convencidos de que hay que hacer, y vamos a hacerlo. Y si no les gusta, cuando termine esta legislatura podrán votar a otros, y ya.

Es muy probable que voten a otros, y ya. En fin, nunca se sabe. Pero Hermoso ha ido a estrellarse contra una de las puras esencias del logroñesismo: su conservadurismo nato en todo lo que tenga que ver con la cosa de las calles. Igual que pasó antes, la resistencia es brutal a admitir para Logroño el camino que están siguiendo las ciudades de todo el mundo. Y si la tendencia nacional no le ayuda, eso podría muy bien costarle el bastón a Hermoso de Mendoza.

Los votantes son soberanos, claro. Pero es curioso que haya, como la señora de la ventana, gente tan cabreada por la ciudad cuando lo que está haciendo este alcalde es lo que habitualmente se le pide a un político. Es decir, que no gobierne pensando en las encuestas, sino en lo que es mejor para los vecinos. Evidentemente, cada uno tiene su diagnóstico de qué es eso de «lo mejor». Pero Hermoso tiene el suyo y, aunque no sea el mayoritario en una ciudad para la que el coche sigue siendo religión, está empeñado en llevarlo adelante.

Y lo hace incluso sabiendo que, si pudiera, la propia jefa de su partido le hubiera cortado ya la cabeza. No por eso de las bicis, no se piensen, sino por independiente. Que esa no es una moneda que se cotice mucho en este gobierno autonómico, precisamente.

Un montón de cocineros riojanos con estrella se juntan en el mayor escaparate de la gastronomía española: Madrid Fusión. La fiesta la paga el Gobierno de La Rioja, disparando creo yo un tiro bastante cerca del centro de la diana. Porque el escenario es importante, y es importante estar en ese escenario. Y porque esa es una dirección en la que a La Rioja le conviene seguir trabajando.

Me explico. En la cosa turística, La Rioja no es Benidorm. Ni falta que hace. Lo que nos distingue, si es que hay algo, es esa fama que por ahí ronda de tierra tranquila donde se vive bien, se bebe bien y se come mejor. Que no se piensen que es mal reclamo: en eso del turismo de interior, que cada vez tiene más empuje, son etiquetas de las que atraen al personal.

Así que, sí, Madrid Fusión tuvo un altarcito para La Rioja, y creo yo que debe servir para algo: añadirle al vino el peso de la mesa, y que se conozca lo que hay.

También hubo vino, por cierto. Nuestro Alberto Gil guio una sesión de jóvenes vinateros casi ocultos que causó muy buena impresión por allí. La Rioja es mucho, el Rioja son muchos.

A algo más de un año de las elecciones, las encuestas vuelan. Algunas son públicas, y otras no. Los partidos, por ejemplo, acuden a ellas para intentar ver en qué posición parten. Y también, a veces, para decidir si en la primera línea saldrá tal o cual piloto.

En los últimos días una ha circulado por Logroño. Muy estándar: conocimiento y valoración de políticos nacionales, de políticos regionales. Andreu, Hermoso, Domínguez, Bretón, tal y tal. Pero también algún nombre totalmente nuevo, inesperado (y del PSOE). Cosas veredes, pero uno no pregunta por quien no quiere para nada. Antes al contrario.