Edmundo González Urrutia ya está en España. Su exilio, tolerado y negociado, es un episodio más de la deriva autoritaria del régimen bolivariano venezolano y de la inmisericorde represión desatada por Nicolás Maduro contra todo aquel que cuestiona su figura y sus actos. Recordemos que ... la cárcel, la inhabilitación o el destierro son las concesiones de éste a sus rivales políticos tras una estrategia previa de arrinconamiento utilizando la presión policial, judicial y el desprestigio mediante la propaganda. Ningún opositor está a salvo en el país. El cerco a la Embajada argentina en Caracas así lo manifiesta.
Venezuela es cada vez más un claro ejemplo de cómo un Gobierno autoritario es capaz de hundir un sistema político. Chávez, con su sueño del socialismo del siglo XXI, nunca creyó que el Estado necesitara al sector privado como motor económico y de ahí que dejara una economía casi en quiebra y un partido aturdido y desorientado. Pocos presidentes en democracia tuvieron tanto poder electoral, formal, institucional, partidista y económico como él, y lo utilizó para acaparar aún más poder hasta su apogeo en 2006.
¿Cómo es posible, entonces, que un Gobierno con tanto poder y tantos recursos haya terminado en tan mal estado como el de Maduro y con tantos problemas? Sencillamente por haberlo tenido y utilizado mal. El Gobierno de Chávez fue prepotente desde su inicio, comenzando con una Constitución muy presidencialista y terminando convertido en cuasi dictatorial como el actual de Maduro. Las malas condiciones del chavismo hoy no se explican solo por la menor capacidad de Maduro, sino que obedecen más bien al modelo de hermetismo decisorio del primero continuado por el segundo.
Maduro no ha aprendido nada de la realidad y se limita a achacar todos sus males a los enemigos de la revolución. Es el sucesor de un emblemático líder populista que en su perplejidad y desorientación lucha por mantener su legado y su poder. La destrucción institucional que supuso la supuesta transformación social para proporcionar a los venezolanos pobres y marginados igualdad y justicia es una realidad que se manifiesta hoy en todo su esplendor y que está acompañada de una gran criminalidad, delincuencia, inseguridad, inflación, desempleo y desabastecimiento.
Lo que se plantea en estos momentos es una reconfiguración de su régimen político para poder gobernar en condiciones de completa ilegitimidad social, política e internacional. Reconfiguración que pretende llevar la represión y el control social a niveles insospechados después de más de diez años de decadencia en los que se ha triturado el marco de los derechos sociales, buscando asfixiar toda disidencia política y social, con una brutal represión a todos los sectores, incluso al de los chavistas críticos. El país ha sido gobernado bajo un estado de excepción permanente legal, por decreto, durante más de cinco años (desde 2016 hasta 2021), totalmente inconstitucional, pero que ha sido normalizado.
Este régimen de abusos, corrupción, precarización de la vida y violencia represiva es entendido y sentido por la enorme mayoría de los venezolanos como una pesadilla, una angustia y un desasosiego que desean que termine. El antecedente de las recientes elecciones, luego plasmado en las urnas, es un hartazgo máximo de los ciudadanos respecto al Gobierno de Maduro, un hastío nunca visto en los 25 años de proceso bolivariano, que ha hecho germinar esta masa crítica de descontento generalizado irrebatible y que se vio reflejada abrumadoramente en las citadas elecciones. Votaron masiva y contundentemente contra él los diferentes sectores venezolanos: adultos, jóvenes, mundo rural, ciudades, los más pobres, las clases medias, ateos, creyentes en la Amazonía, en los Andes, en los Llanos, en Caracas, etc.
Quienes aún sostienen que el Gobierno de Maduro es de izquierdas y progresista están muy alejados de la realidad. La fuerte liberalización de la economía, con promoción y protección al capital transnacional, con grandes exenciones fiscales, con privatizaciones de bajo perfil, con promoción de zonas económicas especiales, con la creación de una Venezuela 'chic' sólo para empresarios, funcionarios estatales de alto nivel y extranjeros desmonta este imaginario; y el abandono de lo público y la nueva alianza con las iglesias evangélicas acentúan la hipocresía del régimen y la ignorancia de quienes no quieren aceptar estos hechos. De ahí el extravío histórico y la decadencia de la izquierda en todo el planeta.
Estamos presenciando una nueva reorganización política del régimen, más radical y más extremista. El proyecto político bolivariano no puede sobrevivir en estas condiciones de represión total. El talante autoritario y totalitario del régimen seguirá sin mostrar escrúpulo alguno en su aferramiento al poder. Solo es cuestión de tiempo una caída que se regará con la sangre de muchos venezolanos.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.