Las grietas políticas de Corea del Sur
La caída de su presidente pone de relieve las frágiles costuras del país
Daniel Reboredo
Historiador y analista de política internacional
Miércoles, 29 de enero 2025, 00:37
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Daniel Reboredo
Historiador y analista de política internacional
Miércoles, 29 de enero 2025, 00:37
Corea del Sur se desequilibra y tambalea tras el inesperado, sorprendente y fallido autogolpe del presidente Yoon Suk-yeol. Un corto período de once días (3 al 14 de diciembre de 2024) dio al traste con su absurda intentona y lacró su futuro. El suicidio ... político del octavo presidente de la Sexta República se ha confirmado con su arresto el pasado día 15 y su reciente imputación por «insurrección». El primer mandatario surcoreano en la historia en ser detenido durante su ejercicio espera ahora la confirmación de su destitución por la Corte Constitucional del país asiático tras el voto a favor del juicio político realizado por el Parlamento.
La caída del dirigente surcoreano ha puesto de relieve las frágiles costuras del marco político del país tras siete presidencias en este período republicano, iniciadas con Ro Tae-woo (1988-1993) y continuadas con Kim Young-sam (1993-1998), Kim Dae-jung (1998-2003), Toh Moo-hyun (2003-2008), Lee Myung-bak (2008-2013), Park Geun-hye (2013-2017) y Moon Jae-in (2017-2022), antes de llegar al golpista Yoon Suk-yeol (2022-2025). El principal problema del sistema político de Corea del Sur es el anquilosamiento invalidante de la política partidista de la Asamblea Nacional, en la que el opositor Partido Demócrata (liberal) domina la Cámara y el gobernante Partido del Poder Popular (conservador) controla la presidencia, y ninguno de ellos recurre al diálogo y a la búsqueda de acuerdos. Si a esto añadimos la atosigante y angustiosa concentración de poder de la presidencia, podemos entender de dónde surgen los inconvenientes y las trabas, ya que esta concentración debilita la eficacia del sistema de partidos políticos y el equilibrio institucional.
Los avances de la democracia procedimental en el período republicano son innegables. Una Constitución democrática, elecciones libres e imparciales, múltiples partidos, libertades civiles, un sólido control civil del ejército, transferencias de poder horizontales y pacíficas entre fuerzas políticas rivales, control y equilibrio entre instituciones estatales... Todo ello no ha sido óbice para la aparición de diversos debates sobre el Estado y la naturaleza de su democracia. Debates que han adquirido formas diferentes a lo largo de los distintos gobiernos.
En los de Ro Tae-woo y Kim Young-sam la polémica giró sobre la autenticidad de una democracia participada de antiguos colaboradores con los anteriores regímenes autoritarios. La controversia casi desapareció durante los gobiernos de Kim Dae-jung y Roh Moo-hyun al tener que enfrentarse a otras polémicas vinculadas a la economía, al FMI, la competitividad y la globalización neoliberal. Ambos ejecutivos aplicaron con ahínco reformas institucionales que mostraban una fe inquebrantable en el mercado y coincidían supuestamente con las tendencias globales.
La creciente polarización socioeconómica entre ricos y pobres, entre grandes corporaciones y pequeñas y medianas empresas, entre Seúl y las demás regiones, hizo que se reavivara el litigio sobre la democracia 'sustantiva'. Litigio cuyo origen está ya en la transición democrática de 1987, que se extendió en el tiempo en favor de la lucha por una «democracia y una justicia económica» y que fue frustrada por la reestructuración neoliberal de los gobiernos de Kim Dae-jung y Roh Moo-hyun. Posteriormente, Lee Myung-bak, Park Geun-hye y Moon Jae-in volvieron a provocar una polémica acerca de la democracia, su naturaleza y perspectivas con sus diferentes actuaciones.
La sociedad civil surcoreana siempre ha participado de forma activa en estos debates, pues su postura invariable de control político es una de sus principales características. Corea del Sur es un claro ejemplo de transición a la democracia con predominio de los ciudadanos sobre las élites. La sociedad civil y los movimientos sociales desempeñaron un importante papel a la hora de presionar para conseguir el fin del gobierno autoritario, acelerar el proceso de transición y apuntalar la frágil democracia en la transición y en este momento ha actuado, una vez más, como contrafuerte del sistema frente al golpismo.
La tercera 'Protesta de las Velas', tras las de 2008 y 2016, ha salvado la democracia de Corea del Sur, una vez más, y los millones de manifestantes de Seúl, Busan, Daegu, Daejeon o Gwangju son parte de una sociedad civil muy politizada y con gran fuerza en la que las generaciones más jóvenes han tomado el testigo de sindicatos y organizaciones precedentes. Votan, repudian autoritarismos, destituyen a presidentes y demandan reformas institucionales, con cambios que eviten la parálisis legislativa y pronunciamientos dictatoriales, y la cooperación y negociación de los partidos políticos en la gobernabilidad del país.
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