LA DAMA Y EL UNICORNIO

Este filme conoció su estreno en la cartelera comercial con el rótulo 'La búsqueda de la felicidad'. Anotación generalista que apunta pero no dispara y que suaviza la severidad y contundencia de su título original, escapada o fuga, más acorde con las intenciones de su personaje central, Tara, una espléndida y evanescente Gemma Arterton, quizás, en el papel de su carrera.

A simple vista, las primeras imágenes del largometraje inducen a pensar que los propietarios de un adosado con jardín ubicada en la periferia de Londres rezuman satisfacción en sus existencias. Las habituales tareas domésticas de Tara indican la entrega de una mujer a la atención de su resplandeciente marido y al mimoso cuidado de sus dos hijos.

Después de dejar los niños en el colegio y comprar en el supermercado, la joven madre reflexiona sobre su apagada y desencantada figura en un mundo construido para que chicas como ella renuncien a proyectos personales para encerrarse entre cuatro paredes.

La visión de un grabado del siglo XVI, la dama y el unicornio y la pasión por la lectura le empujan a tomar una decisión valiente: comprar un pasaje a París solo de ida.

La pasión por ser ella misma, encontrar su verdadera bitácora y las ansias de libertad, refrescan su rostro y fortalecen su ánimo.

Hasta aquí vibra la osadía y el ardor. En París, ciudad romántica por antonomasia, aparecen los flecos del relato acomodaticio en forma de amante fogoso y señora veterana, Marthe Keller, que ejerce de conciencia y sabia moralista.