No seré yo quien cuestione la encuesta de Tezanos, que servidora sabe lo mismo de estadística que de pavos preñaos y que es ver un tanto por ciento y empezar a fibrilar. Pero, en mi ignorancia superlativa, me sorprenden algunas de las conclusiones extraídas del ... estudio. Esta, por ejemplo: sólo uno de cada cuatro españoles cree que su situación económica personal será peor el año que viene. Vaya, qué optimismo. Quiero desayunar lo mismo que ellos. O aprender a interpretar las encuestas, que también.

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No conozco a nadie a quien le haya preguntado Tezanos, pero sí conozco a más de uno de cada cuatro que lo está pasando mal y que lo va a pasar peor. A lo mejor es que los encuestados han contestado con la mascarilla puesta y no se han entendido las respuestas. Puede ser. En estos momentos, todo puede ser. Cualquier cosa: la manipulación, la chapuza, el acoso, la mentira. Una escalada en la desescalada que nos lleva a enfrentarnos a gritos por la calle, a señalar a los otros, a escupir consignas, a lanzar espumarajos por la boca, justo ahora, que son más peligrosos que nunca. Y los padrastros de la patria, dando ejemplo.

Nos prefería cuando éramos cursis y glosábamos la belleza de un atardecer visto desde la ventana, los pequeños placeres domésticos, los saludos balconeros con los vecinos y tontunas confinadas por el estilo. Y pensaba que ese lechuguinismo coronavírico iba a continuar evocando la libertad perdida a través de fotos de paisajes playeros y de frases de instagramers ñoños que añoran el sabor de la sal en tu piel y el olor a mar en tu pelo. Pero no, me equivoqué: todo se ha vuelto violento, chusquero, agresivo. Ya les dije que mi ignorancia era superlativa. No doy pie con bola.

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