La cumbre empresarial convocada por la CEOE para dialogar sobre la reconstrucción económica dio inicio ayer como una aportación imprescindible en el debate urgente sobre las líneas de salida a la crisis derivada del COVID-19. Tanto para que la sociedad y las instituciones públicas conozcan de primera mano las inquietudes y las propuestas de las compañías más importantes radicadas en España como para que los propios líderes empresariales precisen sus coincidencias y puedan expresar las diferencias que mantienen en torno al porvenir económico y social del país.

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La oportunidad de la cita resulta indiscutible porque la salida de la recesión causada por la pandemia solo puede definirse contando con los actores que generan riqueza y empleo. Y por ello es necesario que las empresas se hagan oír antes de que las instituciones adopten decisiones como el plan para la industria de la automoción presentado ayer por el presidente Pedro Sánchez, la continuidad de los ERTE, la deliberación europea sobre el fondo de recuperación y sus condiciones o los Presupuestos para 2021.

El interés del encuentro es evidente porque, aunque la CEOE represente los intereses patronales en su interlocución ante el diálogo social, hay un sinfín de aspectos de política industrial, fiscal, relaciones laborales, transición ecológica, vivienda e infraestructuras que dan lugar a una diversidad de pareceres enriquecedora. Ayer se avanzaron las preocupaciones comunes a los empresarios. Entre ellas, la necesidad de seguridad jurídica en un clima de consenso y unidad, apostar por un crecimiento que propicie la recaudación pública frente a un incremento de la presión fiscal, la conveniencia de incentivar la inversión o la contención del déficit y la deuda. Pero hay cuestiones que afloran como disyuntivas que afectan al país en su conjunto. Es el caso del debate sobre la transición ecológica o el de las diferencias sobre el modelo de crecimiento y la relevancia de sectores que se han mostrado sensibles al riesgo epidémico.

Decidir es optar. Los recursos financieros de que dispondrá España, aun contando con el fondo europeo, no serán suficientes para atender todas las perspectivas y expectativas empresariales. De ahí que sea importante que el mundo empresarial unifique al máximo sus postulados, de manera que las demandas compartidas prevalezcan sobre los intereses más particulares.

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