La cultura nunca muere

¿Qué sería de una persona, de un pueblo, de una nación sin conocimiento? ¿Qué sería sin su pasado, sin su origen, sin su cultura? Nada. Un árbol sin raíces, abocado al agostamiento.

Ahora que el COVID-19 agobia menos y que comienza a hablarse de desescalada en todos los sentidos, incluida la cultura, debemos recordar algo. Durante cien días el mundo del arte, del teatro, de la literatura, del cine, de la música, ha estado tan presente o más en nuestras vidas que antes del virus. Las gentes de la cultura han mostrado su solidaridad y su empatía –no en exceso reconocida– prestando sus derechos de autor, mostrándonos su arte a través de las redes sociales y otras posibilidades que ofrece Internet.

Porque, díganme. ¿Qué hubiera sido de nuestros cerebros y de nuestras almas, encerrados en casa o en un hospital, sin poder disfrutar de un libro, de una película, de una obra teatral 'on line', de un paseo virtual por El Prado o Le Louvre, de un concierto en streaming, de una lectura poética en Youtube o de unas recomendaciones culturales o gastronómicas...?

Regresa de forma presencial una cultura que, pese a todo. no nos ha dejado en la cuneta, y lo irá haciendo a medida que las condiciones sean más favorables. Es ahora cuando nos toca devolver aquello que hemos recibido de la cultura y sus protagonistas, la mayor parte gratis et amore.

Y recuerden que «la cultura es lo que, en la muerte, continúa siendo la vida», co-mo escribió André Malraux.