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Hace unos días, no sé cuantos, leí una noticia que me chocó por su rotundidad: «Europa sentencia Viñedos de Álava».
Muy bien, pensé, y muy bien porque el dictamen era de tal nitidez que hasta alguien como yo podía entenderlo con total claridad.
Y es ... que, en resumen, venía a decir que el dosier sobre el reconocimiento de la nueva DOP (Denominación de Origen Protegida) Viñedos de Álava, se encontraba paralizado por haberse abierto en el Consejo Regulador de Rioja un proceso judicial, por lo que la CE no se pronunciará hasta que este proceso no esté resuelto. Y como las cosas de palacio van despacio... pues ya pueden imaginarse ustedes la cantidad de veces que habrá que ir a vendimiar antes de que las partes lleguen a ponerse de acuerdo.
Y a punto estaba de llamar a un amigo bodeguero para felicitarle por el buen camino que las negociaciones llevan, cuando al seguir leyendo se frenó en seco mi júbilo. El texto completo de la noticia decía que: «Ninguna indicación geográfica puede ser aprobada sin el apoyo del Estado miembro».
Y ¡pataplás!, todo mi gozo en un pozo. ¿Ninguna indicación geográfica podrá ser aprobada sin el apoyo del Estado miembro?, pues me da la sensación de que se nos pueden llegar a complicar las cosas algo más de lo previsto.
Y ya sé que por ver las cosas de la forma que las veo dirán ustedes que soy un mal pensado, pero es que el gato escaldado del agua fría huye y a un servidor, en cuanto ha leído eso del apoyo del Estado miembro, le ha venido a la cabeza aquello del 'gobierno Frankenstein', que es como el bueno de Pérez Rubalcaba denominaba a esos gobiernos que quieren ir de la mano de los independentistas buscando destruir aquello que ellos quieren gobernar.
Y es que, amigos bodegueros, aunque yo de esto entiendo poco, no hay que olvidar que hasta la coordinadora de Agricultura en el Parlamento Europeo dijo en su día que esto de 'Viñedos de Álava' «es una cuestión política, ni técnica ni nada parecido».
¿Cuestión política?, pues más claro no nos lo pudieron decir, así que cuidadín, que los partidos independentistas vascos están detrás de la puerta y aquí cada uno tiene una carta política con la que jugar, pero aquí solo hay uno que sabe el juego al que va a jugarse.
Hasta el domingo que viene, si Dios quiere, y ya saben, no tengan miedo.
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