¿Tanto les cuesta?

Todo empezó... ¿se acuerdan?, en Murcia. Allí, unos señores del PSOE y otros de Ciudadanos dijeron que por medio de sendas mociones de censuras iban a guindarles el gobierno de la Comunidad y del Ayuntamiento a los del Partido Popular. Y se armó el belén.

Ya saben, lo de siempre: que si esto, que si aquello, que si tú más y que si eso no me lo dices en la calle. Total que, visto lo visto, salió la presidenta de la Comunidad de Madrid, que en la de Murcia pinta lo mismo que un perro en misa, y aprovechando que el Pisuerga pasa por donde pase, anunció que en su comunidad habría elecciones anticipadas el 4 de mayo. Así que... ¡a jugar!

Y como es lógico, y siendo ustedes como son, desestimados políticos, el anuncio presidencial abrió la caja de los truenos y una vez abierta salieron por ella los verdaderos componentes, injurias y reproches, de esta tortilla española que con muchas patatas y pocos huevos se esfuerzan ustedes en hacernos tragar cada día. Y es que si no juegan a esto se aburren, lo entiendo muy bien. Estar todo el día haciendo que se hace algo tiene que ser de los más tedioso. Y por eso, y porque de verdad entiendo lo que les pasa, déjenme que les comente tres o cuatro cosillas con las que, si quieren, pueden pasar el rato tratando de resolverlas. Hombre, miren a ver qué es lo que pasa con esto de la crisis económica, que ya sé que no es momento de hacer comparaciones con los años prepandémicos, pero que eso de que produzcamos cosas por 1.12 billones de euros (con «b» de burros) y que para producirlas necesitemos gastar 1.34 billones no me negarán que tiene su guasa. O lo de las pensiones, que no vale cerrar los ojos ante lo que está pasando porque de seguir así la cosa, esto de las pensiones va a acabar siendo la crónica de una muerte anunciada. O lo de la vivienda, que mucho sí, sí, y mucho bla, bla, pero que nadie ataca en serio el problema que sufrimos de tener gente sin casas y casas sin gente. O el del paro, que para qué les voy a hablar de esos cuatro millones de parados que siguen esperando que, entre mitin y mitin, saquen ustedes algo de tiempo para ocuparse de su problema.

Y nada más. Yo aquí ceso, que se me acaba el folio. Entre todas las que hay, aquí les he dejado cuatro cosillas por si ustedes quieren echar un rato resolviéndolas, pero por favor, en el caso de que no quieran hacer nada, no vengan a hacerlo aquí. Háganme el favor, hombre, ¿tanto les cuesta? Hasta el domingo que viene, si Dios quiere, y ya saben, no tengan miedo.