Cuentos sobre la vida

Sus películas se han caracterizado, en un registro temático, por reflexionar acerca de la puñetera humanidad (antojo al que no le da una puntada sin hilo) y las fases de la existencia. Pinceladas que están presentes en esta irónica y cínica boutade que es Sobre lo infinito, que concursó en la Mostra de Venecida en la edición del año pasado y conquistó el galardón de León de Plata a la Mejor Dirección.

Los trabajos de Andersson tienen una huella indeleble que es lo que les proporciona una sustancia de autor: su forma de mirar y observar la vida con bastante profundidad de campo. Una materia de la que se sirve para extraer conclusiones, de variado pelaje, cuya máxima cota de hondura se encuentra en su tono surrealista, estilo socarrón para acometer sus miradas amargas y pesimistas, de afilada mordacidad, no exenta de humor, y furibundo azote de un mundo de falso oropel atiborrado de patéticos personajes embutidos en una mascarada infinita.

Una ficción diferente, fragmentada en viñetas, de sobrios planos fijos, de estética de porcelana y colores grisáceos, que le dan un aspecto gélido, para alumbrar un collage de acciones rutinarias con un nexo libérrimo. De todo un poco y nada falta. Una obra de apenas 76 minutos que consiste en una reformulación del lenguaje y de las claves formales en un dispositivo que viaja a través del tiempo y del espacio con una conclusión inapelable: indagar visualmente en el camino de la creación.