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Sinceramente, creo que no tenemos remedio. Estamos creando un mundo tan egoísta que obliga a explicar lo evidente porque vivimos en un páramo de principios morales. Una vez depositado en la basura el sentido común, solo yo soy importante. A los demás, que los zurzan. ... Si además el otro es pobre, negro y viaja en patera, que se hunda no me concierne y, sobre todo, que no me entere del naufragio. No vaya a ser que me sirvan el cadáver en el telediario a la hora de comer y me siente mal el gazpacho. ¡Que estos periodistas no tienen consideración con los que trabajamos para sacar este país adelante!

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larioja El cuento de nunca acabar