Unas Cuentas con carga social

Concha Andreu se anotó ayer un doble tanto en la más trascedental de las iniciativas políticas que ha acometido en los menos de cien días transcurridos desde que aterrizó en el Palacete. El primero, la presentación del proyecto de Presupuestos para el 2020 en el ... plazo comprometido. Una cuestión formal pero no menor, en tanto que permitirá al Ejecutivo afrontar el nuevo ejercicio con las cuentas prácticamente aprobadas. Y el segundo, el que afecta al componente ideológico de la acción de gobierno. La presidenta traslada hoy al Parlamento una propuesta presupuestaria de sustanciosa carga social, que eleva la presión fiscal solo a las rentas más altas -a partir de 60.000 euros- y que reserva una jugosa inyección de músculo financiero al tejido productivo en el empeño por la innovación en los procesos y por la internacionalización de sus mercados. La propuesta suena armónica con la anunciada orientación progresista del Ejecutivo regional: la distribución del gasto no financiero es adecuada a los tiempos y a las inquietudes de los ciudadanos -7 de cada 10 euros se destinan a partidas de Educación, Sanidad y Servicios Sociales-; y la revisión de la fiscalidad se fija, para el IRPF, en las rentas superiores a 60.000 euros anuales (algo más de 3.900 contribuyentes) y la rehabilitación del Impuesto de Patrimonio deja exentos los inferiores a 700.000 euros (afectará a poco más de 2.200 tributarios). Es cierto que todo lo anterior es un puzle de sumas y restas que se soporta, de momento, en el papel. A falta de conocer el menudeo, Consejería por Consejería, departamento por departamento, del desarrollo presupuestario, sí se puede afirmar que el primer proyecto de Cuentas de Andreu llega señalado con una nueva y anunciada impronta social y sin concesiones a proyectos «para el lucimiento», como ya advirtió la propia presidenta.