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Se ha insistido que Alberto Núñez Feijóo prefería a una mujer para ocupar la Secretaría General del PP, lo cual le da un barniz de igualdad y modernidad, aunque el resultado final del equipo no sea paritario. El nuevo líder quería alguien con experiencia política ... y, sobre todo, que no enredara entre las distintas baronías territoriales. Buscaba un perfil muy lejano al de su antecesor, Teodoro García Egea, quien hacía y deshacía sin complejos. Y lo ha encontrado.
Con la designación de Cuca Gamarra como secretaria general, el nuevo presidente del PP, que ha dicho que ha llegado «para ganar y gobernar», parece que ha acertado. Además, Gamarra dejará libre el puesto de portavoz del PP en el Congreso, cargo que desempeñaba con un desparpajo que ya exhibía en su etapa de alcaldesa de Logroño.
Ella se definió así al conocer la noticia: «Soy una mujer de partido, una mujer del Partido Popular, siempre disponible». ¡Y tanto! Cuca también fue vocal en la dirección del PP de Mariano Rajoy, apostó por Soraya Sáenz de Santamaría en la penúltima debacle popular y, aun así, Pablo Casado contó con ella nombrándola vicesecretaria de Política Social y portavoz del Congreso tras la caída en desgracia de Cayetana Álvarez de Toledo.
Su imagen de lealtad al líder sufrió un quebranto muy serio cuando encabezó el plante de varios miembros del comité de dirección del PP para obligar a Pablo Casado a convocar una junta directiva nacional que debería desembocar en un congreso extraordinario, como así ha sido. Previamente, Cuca Gamarra había aplaudido las declaraciones de Casado en la COPE, en las que señaló los contratos de la Comunidad de Madrid como oportunidad de beneficio para el hermano de la presidenta, Isabel Díaz Ayuso. Una trayectoria, la de la nueva secretaria general, que muestra otra habilidad muy en boga entre sus compañeros: saber nadar y guardar la ropa.
Alberto Núñez Feijóo ha reforzado de ese modo el papel de esta superviviente en el XX Congreso del PP celebrado este fin de semana en Sevilla. Una promesa genérica cuyo alcance tendrá que demostrarse. Entre tanto, las incógnitas se multiplican ante el nuevo futuro que se abre a los populares.
La primera será conocer cuál será la actitud de partido con la ultraderecha de Vox. Y otra, fervientemente deseada desde muchos escaños del hemiciclo del Congreso, constatar si el PP moderará su permanente tono abrupto contra el Gobierno o si apoyará alguna de las medidas del Ejecutivo en este escenario bélico necesitado de urgentes acciones.
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