Iba a meterme en esta columnita con Cristiano Ronaldo. Tiene que ser durísimo para un tipo con un ego tan monstruoso fichar por un ignoto club del desierto saudí y verse obligado a jugar espantosos derbis con otros equipos cuyos nombres empiezan por Al. Sin ... espectadores (y sobre todo sin espectadoras), sin repercusión, sin objetivos, sin que casi nadie celebre ya sus goles.
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Iba a meterme en esta columnita con Cristiano Ronaldo. Hay que ser muy hortera para ponerse unas gafas sin graduar solo para dárselas de intelectual, aunque nada en comparación con su Georgina, que le regaló un fastuoso Rolls Royce con un gigantesco lacito rojo para que se le pasara el enfado del último Mundial. Pobre Georgina, obligada ahora por la etiqueta wahabí a despedirse de sus célebres vestidos apretados, pecaminosos y minifalderos para fingirse sobria y pudibunda. Al lado de Riad, Jaca le va a parecer Sodoma.
Iba a meterme con Cristiano Ronaldo. Hay que estar muy ofuscado para no aceptar tu propia decadencia y creer que sigues siendo el rey de algún inmenso territorio cuando, en el mejor de los casos, ya solo eres un buen recuerdo. Pero sobre todo tiene que ser muy triste pensar que jamás has disfrutado jugando al fútbol porque toda tu carrera se ha convertido en una angustiosa y desquiciada persecución del próximo récord, del siguiente Balón de Oro, de la última Champions.
Iba a meterme con Cristiano Ronaldo, decía, pero entonces he caído en la cuenta de que el tipo ha ganado solo en este ratito medio millón de euros, así que he decidido callarme y echar mi currículum en el 'Arabian Times', a ver si hay suerte.
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