Una crisis que ha venido para quedarse

Así las cosas, el 20% del PIB riojano afronta una de las mayores crisis, guerras incluidas, de sus casi cien años de trayectoria como denominación de origen.

La presión del exceso de vino en las bodegas se traslada ahora al campo, donde la viña brota con naturalidad y, presumiblemente, vigorosa después de un año como el 2019 rácano en cantidad. Apenas si ha habido movimientos de graneles desde el pasado año, con lo que algunas cooperativas se verán muy presionadas en breve por la necesidad de habilitar espacio para la siguiente vendimia. Únicamente entre el 20 y el 25% de la producción de uva está sujeta a contratos plurianuales, con lo que la campaña en el campo, sin solucionar en parte la del 2019 para las cooperativas que no vendieron el vino, se presenta crítica. Esta crisis pasará, pero no habrá normalidad. La hostelería arrancará muy poco a poco y así lo hará el sector del vino; en ambos casos con víctimas por el camino. Rioja tiene la mayor capacidad comercial del país y buena falta que va a hacer porque esta crisis ha venido para quedarse.