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La industria automovilista no está en su mejor momento. En España, las ventas acumulan seis meses de caídas y la producción en las trece factorías españolas encadena cuatro de retrocesos, con un saldo negativo interanual del 3,4% solo en febrero. También se ... han reducido significativamente las exportaciones. La repercusión en el empleo es todavía escasa pero empiezan a notarse algunos síntomas inquietantes. Las caídas de producción y ventas tienen causas complejas. La estricta regulación medioambiental ha generado desconcierto y obliga a incrementar costes que menguan la competitividad. Las dudas que plantea una electrificación que no acaba de arrancar paralizan muchas decisiones de compra. También estamos en un proceso de transformación del entorno urbano en que se reduce la demanda de vehículos en propiedad. En estas circunstancias, el papel del regulador debe ser claro y racional. Sólo así, la industria y los consumidores podrán tomar decisiones atinadas y mantener vivo un sector que es el pilar de nuestra industria y una pieza clave de nuestra economía.
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