Están las cuadrillas de chavales alborotadas por la primavera. Andan arracimados por los parques y las calles, compartiendo risas con sabor a cáscara de pipa y dándose esos empujones de terneros en el prado. Por la tarde el sol entra por las ventanas de las ... casas y coge de la mano a los abuelos para llevarlos del brazo hasta el banco de la plaza; es como si una brisa les susurrara al oído «no puedes perderte esto», porque «esto» es en el fondo la vida, y en esa luz cristalina que tiene el aire de abril se encuentran unos y otros.

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Veo a un señor caminando con cachava y mascarilla por el parque de La Ribera. Los niños señalan a los patos. Otra mujer muy mayor está sentada en un banco mirando hacia los columpios. Lleva mascarilla y una de esas viseras con pantalla de plástico protectora. Las sombras empiezan a alargarse y refresca. Una niña no consigue asomar la cabeza por el cuello del jersey. Detrás, una pareja de ancianos ya se está yendo del parque. Él parece un poco sordo, porque la señora se acerca mucho a su oído y se baja la mascarilla FFP2 para decirle algo mientras se alejan. Tienen todos esa fuerza plateada de Clint Eastwood en Gran Torino cuando dice que «la mayor carga de un hombre no es lo que le ordenan hacer».

Ahora lo que les mandan es ir a vacunarse. No sé si estos del parque estarán ya inmunizados, pero espero que sí. Se nos han ido muriendo a cientos en las residencias y en los pisos, en los pueblos de la sierra y en las grandes avenidas. Decíamos olas pero eran mujeres y hombres ahogándose que se iban con la etiqueta de «gente de edad avanzada», como si eso fuera una especie de culpa, un mérito para morir. Otro agravio más para esta generación de españoles que se lo merece todo porque levantaron el país tras la guerra, se deslomaron en el campo y en las fábricas y sacaron adelante familias enteras sin tiempo para lamentos; de ahí venimos. Gente de edad avanzada. Esas cuatro palabras camuflaban la verdad: que son nuestros padres y abuelos, que bajan al parque y ven la tele y leen columnas como esta y hablan por teléfono con sus nietos y biznietos. Y que ahora ya por fin empiezan a ver la luz en este abril crepuscular. .

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