Creer en la educación

El Gobierno del PP se resistió durante años a habilitar la opción de ofertar una religión distinta a la católica en las aulas riojanas. Solo la presión de la comunidad islámica, las reiteradas sentencias judiciales avalando esta posibilidad y tal vez la posición de debilidad ... de un Ejecutivo ya sin mayoría absoluta activaron a partir del curso 2018 una medida que no satisfizo a casi nadie. Quienes más habían empujado por hacerla factible acusaron al Ejecutivo de Ceniceros de timorato a la hora de implementar la asignatura, mientras que los centros donde se empezó a aplicar siguiendo el criterio de la demanda y el notorio arraigo de cada confesión –el mismo patrón que se adoptó para los evangelistas– se toparon con lo previsible por más eufemismos con los que se intentó edulcorar: escuelas e institutos muy concretos en zonas muy específicas con alta concentración de inmigrantes en los que así se agudizaron las diferencias. Mientras todo quedó circunscrito a la red pública, el desatino parecía inocuo. El Gobierno de Andreu ha consultado al Ministerio si los colegios concertados de La Rioja también están obligados a facilitar la enseñanza de religión islámica y, ahora sí, la polémica ha estallado. La pertenencia a un mismo sistema y la recepción de fondos públicos haría entender que los centros católicos deben someterse a las mismas obligaciones legales y académicas que el resto, y sin embargo arguyen que impartir otro credo colisionaría con su carácter propio. Un debate apasionante cuando, precisamente, la libertad de elección –¿por qué no también para recibir nociones del Corán en cualquier aula?– es la bandera enarbolada a cada rato por la concertada para reivindicarse. Una controversia tan fácil de atajar como sacando la religión de la escuela. Todas las religiones.