Créditos bancarios y el clima
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Las herramientas financieras deben facilitar la plasmación de los objetivos medioambientales en realizaciones realesUna directiva comunitaria aprobada recientemente por el Parlamento y el Consejo Europeos establece que las entidades financieras podrán ahorrarse hasta un 25% del consumo de capital que implica su actividad crediticia siempre y cuando dicha financiación sea sostenible y ayude a una transición ecológica hacia ... una economía menos intensiva en carbono. La directiva es poco convencional ya que interfiere en materias -como los requisitos de capital- que son competencia del BCE y del Comité de Basilea. La directiva lleva aparejado un reglamento que actualmente se encuentra en fase de consultas y que podría tardar en entrar en vigor (lo hará en torno a abril de 2021), tras el correspondiente proceso legislativo. Uno de los artículos de esta norma en ciernes dispone que los requisitos de fondos propios exigibles por cada crédito se multiplicarán por un factor de 0,75%, siempre que el banco acredite que la actividad que está financiando contribuye a cumplir determinados objetivos medioambientales. Entre ellos, el uso sostenible y la protección de los recursos hídricos y marinos; la prevención y el control de la contaminación, y la protección de ecosistemas saludables. Para alcanzar esta bonificación del 25% en el consumo de capital, la entidad deberá demostrar que dispone de un procedimiento fiable de evaluación que asegure el cumplimiento de los objetivos medioambientales declarados. El interés de semejante medida es obvio ya que facilitará la inversión en iniciativas que avancen en el sentido adecuado desde el punto de vista de la sostenibilidad y del clima. Cálculos del sector financiero aseguran que en todo el mundo hay hoy unos 30 billones (27 veces el PIB español) de dólares invertidos en activos considerados sostenibles, el 50% de ellos en Europa. También desde este mismo año el BCE incluye el cambio climático entre los factores de riesgo desde la perspectiva supervisora. Y todas estas herramientas financieras deberán facilitar la plasmación de los objetivos medioambientales en realizaciones reales, toda vez que la lucha contra el cambio climático, además de requerir una mentalización adecuada de las sociedades y las elites políticas, precisa reconversiones industriales de gran calado que requieren financiación. La descarbonización necesita mucho más que simple voluntad política para llevarse a cabo.
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