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De lo que podría pasar: Según he leído faltaban ya solo un par de días para la inauguración del mundial de Qatar cuando de una parte las autoridades del país que organizan el campeonato y de la otra la poderosa FIFA, metiendo el freno ... y la marcha atrás, anunciaron que no se habían acordado de avisar que, al parecer y porque a mí se me pone, en las inmediaciones de los estadios había quedado prohibida la venta de alcohol. Así, sin más. ¿Y por qué de esta medida, se estarán preguntando ustedes? Pues porque en Qatar rige la sharia, la ley islámica que restringe el consumo de alcohol, alcohol que solo se sirve a turistas extranjeros en determinados hoteles y restaurantes. Nada menos. Y, a fuer de sincero, debo confesarles que desconozco el porcentaje de cumplimiento que la nueva norma ha traído, pero lo que me imagino es lo que hubiera pasado aquí por casa, si cuarenta y ocho horas antes de jugarse la final de la Champions entre el Real Madrid y el Manchester, a los miles de 'hooligans' que se entretienen destrozando las terrazas de la Plaza Mayor se les dijera que acababa de prohibirse la venta de alcohol, aunque gaseosas y otro tipo de aguas carbonatadas podían consumirse a discreción. ¿Se lo imaginan? ¿Los aficionados ingleses pegándole sin duelo a la gaseosa?
De falta de entendederas: No lo entiendo y por más vueltas que le doy no alcanzo a comprenderlo. Vamos a ver: por lo que nos dicen, la cosa no va del todo mal. Salvo el cisco ese de la malversación, el follón que tiene montado el ministro Marlaska en Melilla, el lío de la ley del 'solo sí, es sí', el paro, la pandemia y entre otras cosillas esa inflación cuarto y mitad que no nos deja ni a sol ni a sombra, por lo que nos dicen los periódicos, esos que no pagan la tinta de sus bolsillos, la cosa no va mal del todo. Y estando así las cosas, ahora viene cuando la matan, porque ¿cómo es que yendo todo tan bien como dicen que va, casi un millón y medio de españoles están recurriendo al banco de alimentos para a fin de mes poder llevarse algo caliente al puchero?
Pero no me hagan caso, según nos explican desde el gobierno, como pasar, no pasa nada. Ya saben que nunca pasa nada y si no recuerden aquel chascarrillo que cuenta cómo Franco contestó al ministro aquel que a la vuelta de uno de sus viajes le informó de haber visto que la situación no era tan buena como se contaba en los periódicos..
– Pues, ¿sabe lo que le digo, señor ministro? –dicen que Franco le contestó– que menos viajar... y más leer periódicos.
Ya ven ustedes, lo mismo les digo yo. Menos darle caña al Phantom y más leer periódicos, pero a ser posible de los que se pagan la tinta. Y hasta el domingo que viene, si Dios quiere, y ya saben no tengan miedo.
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