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Los vecinos de El Cortijo tienen toda la razón en protestar por la no apertura de su piscina este verano poscoronavirus. Aciertan en el fondo, aun cuando les hayan podido fallar las formas en algún momento; como esa pancarta zoquete sobre una tal Mari que, ... al parecer, está que echa las muelas. A un par de vueltas que le hubiera dado la comisión vecinal, seguro que hubiera encontrado un eslogan menos prestado para el choteo de los que siempre están al quite en eso de reírse del prójimo.
Pero, a las familias de El Cortijo, por supuesto que les asiste el argumento principal: que son tan logroñeses como los que viven en el centro de la ciudad. Y eso debería recordarlo el edil que, por criterios de rentabilidad, les ha condenado al secano, a menos que para refrescarse cojan el autobús, –con frecuencias mejorables denuncian los residentes– o el coche particular. La opción de ir andando no vale.
Pero es que el concejal en cuestión es regionalista y, salvo que se nos haya escapado, sigue respondiendo al prontuario ideológico de un partido que reivindica la igualdad de derechos de La Rioja respecto a otras regiones aunque sea pequeña, esté poco poblada y su representación en todos los indicadores no supere el 0,7% del total nacional. Porque la España de las autonomías se rige por un principio de solidaridad interterritorial. El mismo trato mancomunado que reclama El Cortijo por pequeño que sea, esté poco poblado y su aportación a las estadísticas municipales sea más bien discreta.
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