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Coronadiario (II)

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OJO DE BUEY ·

Domingo, 22 de marzo 2020, 12:18

Una amiga actriz me llama y me dice que su problema hasta ahora era llevarse los personajes a casa, pero que ahora es no poder sacarlos de casa. Ni los personajes pueden salir de casa. Entonces: ¿cómo convivir un tiempo indefinido en el reducido espacio ... de tu casa con un personaje, o varios, porque puede tratarse de un elenco numeroso, como una familia; tres, cuatro personajes a tu cargo? ¿Qué distancia prudencial hay que mantener con un personaje? ¿Y si un personaje tuyo resulta infectado, entras tú también en cuarentena? ¿Cuántos personajes hay ya afectados por el virus? El amigo Jesús López Araquistain nos envía cada mañana una viñeta suya: en una de ellas se ve a un tipo que lee las páginas amarillas... para ver gente. Juan Echanove cada mañana lee un texto, a cámara. Borges, César Vallejo, Lorca, Cervantes y últimamente letras de canciones, que él recita, con el tono y ánimo especial que tiene el recitar, quien sabe hacerlo, claro, como él; o sea como nadie: canciones al modo de poemas, de Ruibal, de Mercedes Sosa, de Sabina, de Miguel Ríos. Cuenta Juan, por cierto, que en el teatro donde estaba actuando hasta el cierre por la crisis, nada más conocerse la posibilidad de contagio, se acabaron todo tipo de toses –nerviosas, simpáticas o tontas– y los móviles contumaces. Ha tenido que pasarnos algo así para lograr el silencio rogado. La cajera del súper me dice lo mismo: la gente no te increpa, ni tiene prisa, te respeta. Hago zapping por otras formas de vida. Por ejemplo, los que están en la isla de 'Supervivientes': está visto que donde hay que confinarse ahora es en un reality. ¿O el reality es esto? ¿Dónde está la cámara? En los canales de televisión deportivo reponen partidos ya jugados hace mucho tiempo. Partidos de los que ya conocemos su resultado. Podían poner en todas la cadenas telediarios antiguos, enlatados, de cuando no pasaba nada, o pasaba lo de siempre. De cualquier día nos valdría, por vulgar que fuera. Guardo periódicos de hace sólo dos semanas que me parecen una realidad paralela. Me da por pensar si la distopía no sería lo de antes. Ahora sí que sí: la España vacía. Esto era. Nos asomamos al balcón para ver cómo transcurre la España vacía. El número de memes y fakes compite con el de infectados, y los wasups entran todo el día, a toda leche, como en los minutos posteriores a las campanadas de Nochevieja. Torra ya no dice que España les roba sino que España les infecta. Y los ultraliberales reclaman ahora la intervención del Estado en cada hueco abierto. Leo que el dinero en metálico tiene capacidad de infectar durante tres horas, por lo visto, luego ya no. Confinados en Netflix veo, a ver, Dinero sucio (Streep, Oldman, Banderas) sobre la pandemia del dinero infectado en el paraíso offshore. Dura más de tres horas, me parece. Son metáforas que trae también el virus. Si no te pones guantes y mascarillas, las pillas todas. Viendo a cómo está ahora el barril de Brent, igual me compro un par, para invitar. Veo a Fernando Simón que está un poco ronco y me preocupa. A veces se le va la mano y se toca la ceja o la mejilla. Me cuesta no llevarme, sin querer, los manos a la cara: no restregarme los ojos, no tocarme la punta de la nariz, no frotarme la frente. Ahora sale Simón con un general que cada mañana nos alista, nos pasa revista y nos dice cómo está montada la operación del día. Y nos llama soldados. De niño, recuerdo las ventanillas con Hygiaphone. En estaciones, oficinas. Me impresionaba la palabra, impronunciable. Ha vuelto el 'Hygiaphone', en manparas, separadores. Hygiaphone: quita los gérmenes de lo que dices. Que lo pongan para escuchar a Torra. Llueve, llueve: la ilusión de purificarnos. Seguimos poniendo el despertador. El objetivo es partir el día, que mantenga mañana, tarde y noche. Nada de lámparas durante la mañana, sólo luz natural. Las lámparas, por la tarde. Les damos tratamiento de alumbrado público. En casa, durante las horas del día, ropa de calle, un poco casual, nada de pijamas ni chandals. El pasillo es la Calle Mayor de tu casa y las habitaciones, plazas; y el salón, el Espolón. Hasta nueva orden del general, tu casa es tu ciudad. La hora punta son las ocho de la tarde. Para aplaudir hasta rompernos las manos. Las manos son claves en esta odisea. En la tele, veo a personal sanitario lavándose las manos incluso con los guantes puestos. Aplaudo también a las cajeras del súper. Y a los actores. Y a la tropa. Una canción-poema de Víctor Manuel/ Aute: A dónde irán los besos, que no guardamos, que no damos. Dónde se va ese abrazo si no llegas a darlo. Cenar sólo fruta y nueces. Bajo y subo andando los siete pisos, no lo hacía desde las obras del ascensor. Mi mujer me insiste en que les diga algo a las plantas.

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