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Ya se conoce el perfil de los ministros del nuevo Gobierno. Un equipo diseñado, acaso, con la calma que permitió el doloroso parto de los montes para investir a Pedro Sánchez. Superadas las fatigas del alumbramiento, confiemos en que se haga realidad el presagio del ... presidente: constituir el mejor equipo económico de la democracia española. Un equipo que no debe defraudar las esperanzas de quienes lo han hecho posible y que tiene, entre otros, el reto de abrir cauces para distender la situación política en Cataluña.
La abstención de Esquerra Republicana en la votación de investidura de Sánchez pasará factura mientras la situación de los condenados en el 'procés' no disponga de ventanillas de ventilación y se propicie una consulta pactada y legal sobre el futuro de Cataluña. Ahí es nada.
Con todo, en línea con su actual papel conciliador, el presidente de ERC, Oriol Junqueras, ha desvinculado a Sánchez de cualquier interferencia en la decisión del Supremo de rechazar que vaya al Parlamento Europeo. «Tener el Gobierno no quiere decir tener el poder», ha dicho desde la cárcel de Lledoners. ¡Qué gran verdad, aunque poco creíble!
En la mesa de negociación entre el Gobierno central y el Govern de la Generalitat, una de las cuestiones más espinosas será la petición del equipo catalán de abordar cambios en determinados ámbitos de la cúpula del poder judicial, a los que acusan nada menos de situarse fuera de la legalidad europea.
Lo cierto es que el Tribunal Supremo terminó la semana a golpe de contundencia, ignorando los criterios judiciales europeos. Frente a la sentencia el Tribunal de Justicia de la UE que consideraba que Junqueras debe recoger su acreditación de eurodiputado, la Sala Segunda de la alta institución ha sentenciado en contra. Considera que no ha lugar a autorizar el viaje de Junqueras a la Eurocámara porque está inhabilitado. Ahora, el presidente del máximo órgano de representación europeo, David Sassoli, deberá decidir.
El presidente de la Sala Penal del Supremo, Manuel Marchena, culminó su jornada con el aplauso cerrado de la derecha. El mismo día, la Sala de lo Contencioso Administrativo del mismo tribunal confirmaba la inhabilitación como diputado del president Quim Torra, a quien el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña sentenció aunque la condena no es firme, a no ejercer cargos públicos electos ni de gobierno por delitos contra la administración. Intento inútil. Horas después, el Parlament lo ratificaba como presidente.
De este culebrón y mientras no se demuestre lo contrario, resulta que en el caso de los hechos acontecidos en Cataluña lo más eficaz por el momento es la huida. Así lo deben pensar el exhonorable Carles Puigdemont y su colega Toni Comín, que disfrutan hoy de su escaño en el Europarlamento, viendo la dura suerte de Junqueras y de sus compañeros.
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