Una convivencia de futuro
Editorial ·
No cabe limitar la estabilidad institucional a una apurada aritmética que soslaye el compromiso de largo alcance con la ConstituciónSecciones
Servicios
Destacamos
Editorial ·
No cabe limitar la estabilidad institucional a una apurada aritmética que soslaye el compromiso de largo alcance con la ConstituciónLa Constitución cumple este martes 44 años como marco básico de la convivencia en una España diversa. De lejos, el período más prolongado de libertad y progreso en la Historia de nuestro país. Aunque insistir en ello no parezca suficiente para que el consenso constitucional ... prevalezca sobre las legítimas discrepancias que día a día tensionan la vida política. Discrepancias que se manifiestan hasta el límite precisamente porque la Constitución brinda todas las oportunidades para hacerlo. Las formaciones e instancias que se reclaman constitucionalistas tienen la obligación de propiciar su desarrollo sin que haya disenso alguno que justifique su incumplimiento siquiera parcial o puntual, como está ocurriendo con la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Es la Constitución de 1978. Mencionar el año de su promulgación por referéndum hace honor a su solidez. Pero se utiliza fundamentalmente para señalar la necesidad de su actualización e, incluso, para cuestionar su vigencia, olvidando tan a menudo que la Carta Magna contempla su propia reforma como una invitación a procurar un consenso equiparable o superior al que condujo a la democracia constitucional tras la dictadura franquista. Esa reforma exige mayorías que se alejan como posibilidad cada vez que se desprecia la Constitución o cuando se reclaman cambios legislativos que eluden acuerdos transversales previos.
La fragmentación parlamentaria de los últimos años ha contribuido a orillar la Constitución como eje compartido del entendimiento político llegando incluso a darla por amortizada por quienes, al mismo tiempo, rehúsan proponer alternativas viables en tanto que consensuadas. Las opciones más extremas del arco parlamentario oscilan, aun desde posiciones minoritarias, entre aspirar a la apertura de un nuevo período constituyente y procurar un vacío constitucional que deje en el aire el futuro de España como realidad territorialmente integradora. Las instituciones y la sociedad entera corren el riesgo de habituarse a una divergencia tan polarizada que erosione la cimentación constitucional mientras impide su constante mejora. La estabilidad institucional no puede limitarse a una apurada y ventajista aritmética partidaria, soslayando el compromiso de largo alcance con la Constitución.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.