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Hay que contarlo

MISCELÁNEA ·

Viernes, 29 de octubre 2021, 02:00

Esta Rioja nuestra, sumida en un declive lentísimo y sostenido, es la tierra del otoño, ese tiempo de la dulce decadencia que es donde vive nuestra región desde hace mucho. «Ya se sabía que el otoño tenía que ser triste –escribe Hemingway en 'París era ... una fiesta'– porque cada año se le iba a uno parte de sí mismo con las hojas que caían de los árboles». La Rioja es la tierra del otoño, porque es la estación del ocaso, cuando después del vigor y de la luz todo empieza a fallecer en una agonía de sombras largas y de majuelos dorados que es bonita de observar. Estamos en otoño, las cepas han explotado en esa protesta furiosa y roja tras la vendimia y el campo entero es una lumbre de cepas por la que bajan los mirlos y las currucas mientras los estorninos ven ese mar de hojas naranjas lleno de racimos muertos y van preparando sus bandadas esponjosas para un festín que está a punto de llegar, porque siempre tras la muerte hay banquetes y jolgorio.

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