Entre contar y alarmar

Creo que a estas alturas andamos ya pesando la cuestión como se merece. O sea, que conviene tenerlo en cuenta, porque las cosas de la salud son siempre serias y, mucha o poca, hay gente que se muere de esto, o ayudada por esto. Pero también que no es el ébola, que no vamos a morir todos y que ir a hacer fila a las farmacias a buscar mascarillas es una chorrada, por mucho que el miedo sea libre.

Hay, pues, que contar esto que nos está pasando. Entre todos hemos conseguido que de esto se hable en la calle, y habrá que intentar ayudar a esa conversación con argumentos. Con argumentos buenos, o sea, recordando que esto es un problema de salud pública que hay que tratar, y que han de ser puestos los medios para esto, pero que el pánico no está justificado.

Y ahí está lo imposible: contar lo que ha de ser contado, vigilar también que las cosas sean como deben ser, y a la vez no engordar injustificadamente ningún globo. El tiempo dirá si aprobamos el examen. Que no es fácil.