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Ayer disfrutamos en Logroño de la película documental '¿Qué coño está pasando?' Realidad en vena, tienen que verla. A costa del coño, les confieso que me resultan magnéticas esas personas que tiran de entraña y genital para salir adelante en esta carrera de obstáculos que ... es la vida. «Tú cantas con las tripas», le dijo Joaquín Sabina a María Jiménez cuando se conocieron. «No –le corrigió ella– Joaquín: yo canto con el coño». Sabinas y Jiménez hay pocos.
Así que (me lo van a permitir), en el movimiento feminista –al que me sumo a mi modo, sin gritos, huelga, ni odio al hombre– me sobran 'coños'. Y lenguaje inclusivo. Y alguna cosa más, pero no sé si me quiero meter en este 'fregao'. Que sí, que aullar juntas en la calle nos empodera y visibiliza. Seguro, que sacar en procesión vulvas y vaginas (nótese la ironía) algún bien hará a la mitad de la población.
Entiéndanme, me sublevo y desgañito ante cualquier atisbo de maltrato, ante la mínima soberbia hombruna y frente a piropos babosos (los otros, los galantes, no me los prohiban, por favor). A la violencia: infierno perpetuo, por supuesto. Yo también sueño con la igualdad real. Pero, puestos a cambiar en años la realidad de siglos, puestos a que las mujeres tengan poder sobre sí mismas (no sobre los hombres), también hay que ser valiente al traspasar el umbral del hogar.
Exijo palancas que me ayuden a lanzar por los aires ese estrés raro, difuso, pegajoso, caótico que provoca la desigualdad en las tareas del hogar. Ayúdenme a desalojar de mi mente esa tarea de listas que me acompaña como un bocadillo de cómic pegado a mis canas. Ese sí es un 'fregao' que me ocupa. Dicen los sociólogos que es más fácil «hacer políticas que cambiar mentalidades». Háganlas. Den la vuelta a este calcetín con hechura de hombre. Metan mano a los horarios laborales. Inviertan a paladas dinero público en el cuidado a nuestros mayores. En el fomento de la natalidad. Sin distinción de sexos. Construyan ciudades más amables.
Eso sí, a Joaquín Sabina (ahora resulta que sus letras son machistas) ni me lo toquen. Será incorrecto el de Úbeda. Pero cuando una traspasa ese umbral del hogar, qué quieren que les diga, algún refugio hay que tener. Ahí sí que sí, se lo advierto... No me toquen el...
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