Cuando parece entreverse el final del túnel en que nos ha sumido la pandemia, gracias a las medidas de contención del contagio y al éxito científico para el avance de la vacunación efectiva, se abre paso la polémica y controversia frente a esta. Para frenar ... el virus hay varias posibilidades: a) que deje de circular espontáneamente debido a condiciones climáticas o mutaciones hacia formas inofensivas, circunstancia demostradamente improbable; b) frenar el contagio mediante las restricciones suficientes, expectativa poco realista según el año transcurrido y costes experimentados; c) disponer de medicación infalible para tratar la enfermedad o transmisión, hasta ahora no factible o, d) la vacunación, única solución actualmente efectiva según los resultados demostrados en países como Israel, por ejemplo.
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Aún así, una de las vacunas disponibles, la de AstraZeneca, está en el ojo del huracán de la desconfianza pública por la escasa transparencia en la explicación de la incidencia de sus efectos secundarios (no descartados en otras vacunas como la Janssen) aunque sea baja, junto con las vacilaciones y vaivenes en las decisiones políticas sobre su administración. Resultado inmediato: el 20% de los riojanos y hasta el 40% de madrileños se niegan a ser vacunados con ella, a pesar de las declaraciones de la Agencia Europea del Medicamento sobre su efectividad y proporción de riesgo.
Es esencial cultivar la confianza ciudadana en ella en base a la transparencia y considerando la relación entre percepción del riesgo y realidad. La gestión personal del riesgo está condicionada por factores como: que sea un riesgo involuntario, desconocido, afecte a jóvenes y tenga origen tecnológico, todos ellos aunados en torno a la vacuna AstraZeneca, a pesar de los hechos objetivos sobre su eficacia. Es imprescindible comunicar la relación existente entre riesgo potencial/beneficio de ésta y otras vacunas en la contención pandémica, sin redobles alarmistas, para que la confianza en el proceso científico que la avala sea alta. Estamos ante un serio contexto de salud pública e inmunidad vírica con una responsabilidad hacia nosotros mismos pero también hacia los demás, en el que «nadie está a salvo hasta que todos lo estén».
En suma, seamos responsables y confiemos en el avance científico. Superar la pandemia estriba en la confianza hacia este medio de protección inmunológica disponible, así como en su eficaz gestión política y sanitaria. Espero mi cita con AstraZeneca, o con la vacuna que corresponda, en esta carrera de fondo frente al COVID-19.
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