Conciliar, ja

Salvo los funcionarios de la enseñanza, casi ningún profesional de cualquier otro ramo puede disfrutar de dos meses de vacaciones de verano, más Navidad, Semana Santa, semana blanca y demás puentes. Y entonces toca buscar recursos.

Las guarderías son la mejor opción para los menores de tres años y, si tienes suerte y no cierran más que los días de rigor, puedes llegar a apañarte (pagando, claro, que las guarderías van subvencionadas en parte). ¿Y los mayores de 3 años? Pues no hay mucho más que las ludotecas. Las públicas ofertan turnos de quince días por niño, no importa las circunstancias de cada familia. Hagan cuentas: con un mes de vacaciones de los padres (como mucho) y al crío te lo admiten (con suerte) dos semanas en la ludoteca pública, la única alternativa para cubrir el otro mes libre del niño son las ludotecas privadas. A una media de al menos setenta euros la semana, la cosa pinta fea.

Y es a estas alturas de año cuando a los representantes institucionales les da por llenárseles la boca con la dichosa conciliación. Pero de eso, nanay. El problema no es tanto el económico, que también, sino de base. Las políticas de conciliación sólo se nutren de subvenciones y ayudas, que no vienen mal, pero mientras no se aborde la conciliación como una conducta completa, desde el ámbito laboral y social, poco se podrá avanzar. Y aún hay quien se pregunta por qué la natalidad no deja de descender. Abran los ojos, por favor. Y reaccionen.