Conciencia cívica
EDITORIAL ·
La crisis sanitaria solo podrá ser superada si toda la ciudadanía se implica en el cumplimiento de las medidas para frenar el virusSecciones
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La crisis sanitaria solo podrá ser superada si toda la ciudadanía se implica en el cumplimiento de las medidas para frenar el virusLas sucesivas restricciones a la movilidad y a las relaciones sociales, en trance de verse endurecidas con el nuevo estado de alarma que aprueba hoy un Consejo de Ministros extraordinario, han sido la ineludible respuesta a la escalada de contagios por COVID en todo el ... país. Una acelerada propagación que pone en tela de juicio la gestión de la crisis por parte de las comunidades y la labor de coordinación del Gobierno, al tiempo que desmiente de forma rotunda la «victoria» sobre el virus anunciada por Pedro Sánchez en julio, junto a un llamamiento «a perder el miedo» y «salir a la calle» para reactivar la maltrecha economía. Pero que, sobre todo, advierte de una insensata relajación en el cumplimiento de las medidas preventivas por parte de algunos sectores, cuya irresponsabilidad constituye un peligro para el conjunto de la ciudadanía.
Mientras no exista una vacuna eficaz de uso generalizado o un tratamiento específico, la única protección digna de tal nombre contra la pandemia consiste en aprender a convivir con ella, lo que equivale a una rigurosa aplicación de los nuevos hábitos impuestos por su presencia sin caer en un exceso de confianza ni en una falsa sensación de invulnerabilidad. Comportarse como si no existiera, empeñarse en mirar hacia otro lado o bajar la guardia después de decenas de miles de muertos y un millón de contagiados representa una inaceptable temeridad. El coronavirus ya ha demostrado que no distingue entre edades, estatus económico ni trayectorias vitales. Perderle el respeto es jugar con fuego, como prueba el preocupante empeoramiento de los datos epidemiológicos.
El estado de alarma blindará jurídicamente las restricciones de movimientos anunciadas ya por algunas comunidades y las que puedan ser adoptadas bajo su amparo. Además, otorgará a los poderes públicos más herramientas para velar por su cumplimiento con acciones coercitivas. Pero el éxito en la lucha contra el COVID queda en buena medida a expensas de la conciencia cívica de los ciudadanos en su vida diaria, a la que hay que apelar una vez más. Por muy comprensible que resulte el cansancio de la población y sus ansias por recuperar una auténtica normalidad, esta solo llegará cuando el virus esté bajo control. En la mano de todos está acercar ese momento. Retrasarlo tendrá perniciosos efectos para la salud y para la recuperación de la economía. Es decir, para el bienestar de la sociedad.
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