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El Gobierno anunció el miércoles su decisión de permitir la vuelta del público a los partidos de la Liga de fútbol de Primera y Segunda División, y a los encuentros de baloncesto de la ACB. Pero solo en los territorios que presenten una incidencia acumulada de 50. Con el límite de un 30% del aforo y un máximo de 5.000 espectadores en los estadios de fútbol. Con mascarilla obligatoria, respetando las distancias, ordenando entradas y salidas para evitar aglomeraciones, y sin poder fumar ni comer. Una expectativa que la Moncloa venía alentando desde hacía semanas frente al criterio de los responsables del Ministerio de Sanidad. La decisión responde, sin duda, al propósito del Gobierno de transmitir la sensación de que el estado de alarma ha decaído porque ha cambiado sustancialmente la situación. Las comparecencias de Sánchez, descontando a partir de 100 los días que faltan para vacunar al 70% de la población española, resultan elocuentes. Es cierto que el público ya ha estado presente en las competiciones de otras categorías, siguiendo las pautas establecidas por cada comunidad. Es cierto que el deporte de competición y sus aficionados podrán recuperar así ilusiones en las dos últimas jornadas del campeonato y los encuentros de promoción posteriores. Pero probablemente hubiera sido más prudente concluir la temporada sin reabrir las gradas a la afluencia de personas que en su mayoría no formarán parte de los grupos de edad vacunados.
Sobre todo porque con ello se transmite un mensaje favorable a la movilidad interterritorial, a la expresión de emociones en grupo, a la celebración o el lamento fuera de los estadios y pabellones, a una fiesta no precisamente saludable. El acceso del público bien podría esperar al inicio de la temporada 2021-2022, aportando un mes más de seguridad frente a la pandemia; a cambio del que ni la Liga ni la ACB obtendrán nada más importante que la supresión de riesgos de infección. Cuando ayer mismo el ministro Fernando Grande-Marlaska aseguraba la presencia de 16.000 aficionados a los partidos de la Eurocopa que acoja La Cartuja de Sevilla en junio, siempre que se hagan valer de resultados de test de antígenos, de PCR o un certificado de vacunación, según lo que establezca en su momento el Consejo Interterritorial de Salud. Organismo que el miércoles no fue partícipe de que el Gobierno hubiese decidido la vuelta del público a los partidos de la Liga de fútbol y de la ACB que restan para concluir la temporada.
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