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El colapso del sistema informático que la Consejería de Salud de La Rioja habilitó para canalizar el servicio de autocita para la vacunación de los jóvenes de 16 a 29 años no puede ni debe sustanciarse con unas explicaciones vagas de la directora de Avance ... Digital de la administración regional. Y mucho menos si estas pretenden poner el foco de la culpa en las miles de personas, hasta 57.000 según esa explicación, que se apresuraron a primera hora del lunes a cumplimentar su cita. Cualquier cálculo, por conservador que hubiera sido, habría vaticinado una respuesta semejante por tratarse de un grupo de edad amplio y muy educado en la cultura digital. Pero la imprevisión o, cuando menos, la precipitación en su puesta en funcionamiento, provocó el bloqueo del sistema de autocita y la frustración de los jóvenes que evidenciaron su voluntad de vacunarse, como recomiendan todas las autoridades sanitarias y como no todos los jóvenes se declaran dispuestos a hacer. Complicárselo no ayuda. Y tampoco lo hace recrearse en la autocomplacencia e insistir en la «magnífica aceptación» de la autocita. Tan magnífica que ha provocado su fracaso. Lo que se conoce como una muerte por éxito.
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