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En estos días en que mi pueblo amanece rodeado de la nieve a varios kilómetros, un amigo me notifica que los ríos de alrededor han movido y que ello se notará pronto en la fuente de la plaza, que hasta estos días ha bajado escuálida. ... Cuando salgo por las mañanas rumbo al archivo municipal una vez que ha amanecido, varios gatos barojianos trajinan ya por el barrio en su lucha diaria por la vida. Feroche, mi minino, sale tras de mí disparado con paso seguro hacia no sé donde; no volveré a verlo hasta mediodía a mi regreso; él vuelve por el callejón del norte y asciende conmigo a casa por las escaleras en un santiamén. Maite, mi compañera vitoriana, me dice que lo mimo demasiado, que solo me falta comprarle un móvil para que se entretenga todavía más; yo suelo replicarle que el único minino de España que empuña un artefacto de ese género es el del señor Villarejo, según se deduce de su sistemática participación en las redes sociales: me dice el amigo que se entera de todo y el personal se la tiene jurada.
El personal que anda preocupado debe de ser el tocado por el asunto de los ERE en la tierra de Curro Jiménez, aunque no sé por qué, ya que ahí nadie sabe nada y yo les creo, de verdad. En esa zona tan necesitada de monis como cualquier otra de España o más, ¿qué importancia tiene desviar unos cientos de milloncejos de pelas o de euros hacia empresas o personas que van a emplearlos honradamente para sobrevivir? Al fin y al cabo, nos hallamos nuevamente ante la realidad barojiana de la lucha por la vida, el que literaturizó aquel escritor de la boinilla nacido en San Sebastián. Por eso ignoro a qué viene tanto disculparse de que ello no salpica ni al Gobierno ni al PSOE central ni al andaluz; exacto, eso se le ocurre a cualquier español con dos dedos de frente, mis cuates. Y entre tanto, la oposición a la greña, que son unos envidiosos. Yo permanezco tranquilo e incluso me veo a Susana Díaz de ministra en Madrid de lo que sea; la transversalidad tanto económica como política e ideológica se da hoy en todos los partidos por igual. Todo le cabe a España y ello nos llena de esperanza a quienes creemos a ojos ciegas en la honradez, coherencia y tozudez de nuestros líderes.
Este jueves pasado he recibido, además, otra alegría que no puedo resistirme a contársela: ya internados en varias semanas de la liga de fútbol, me ha sido entregada la tarjeta de socio protector del Club Deportivo Vianés -cincuenta euretes de nada- por su presidenta. Un momento de emoción en la historia de esta escuadra de la Tercera riojana, que me hizo recordar los tiempos en que la entrenaba el mítico Jesús Belaza, preparador con el que no perdimos un solo partido en toda una temporada y para ello no nos hicieron falta los ERE monetarios en el equipo.
Acabo uniéndome al júbilo de los habitantes de Herramélluiri, que han tenido el hermoso detalle de honrar incluso con cohetes el nacimiento del niño Nicolás Bartolomé Janda. Bienvenido, Nicolás, y mucha, mucha suerte.
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