La ciudad en el desierto

Los que más hablan sobre el dinero son siempre los que no lo tienen, por eso en España llevamos meses oyendo discursos y grandes alocuciones sobre los millones de Europa, una cosa balsámica y tranquilizadora que no acaba de llegar. Pasa el tiempo inexorable y ... los fondos de la UE se parecen a lo de aquel relato fantástico de Phyllis Eisenstein sobre una ciudad perdida que aparece en el desierto: «A veces se ve de lejos y hay torres, cúpulas y paredes. (...) Pero si intentas acercarte, se retiran sin cesar y, al final, se desvanecen del todo». Y, sin embargo, el espectáculo sigue, por eso de vez en cuando regresa algún gobernante a hablarnos de esa ciudad perdida, a anunciar que está justo ahí en el horizonte y que pronto tocaremos sus murallas. Hablan y sonríen mucho cuando dan esos anuncios, pero como tienen mascarillas lo que más se les nota son esos ojos ardientes como lava de volcán bajo los focos, mirando hacia alguna parte al final de este desierto donde los demás no vemos nada. Además se han orquestado grandes proyectos y planes estratégicos para cuando lluevan los billetes. En verano España recibió 9.000 millones de los fondos europeos, pero aquí todo está igual. Esos millones de Europa se han convertido en nuestro particular Mister Marshall y los hemos recibido con alegría; ha pasado veloz la comitiva dejando polvo en el aire. Yo quiero creer en los fondos europeos, pero ya me ilusioné este verano, que con la llegada de Mbappé me puse como un niño en la noche de Reyes y después de un culebrón apasionante no hubo fichaje. Aunque cuesta tener esperanza, hay que alimentarla. No sé, también decían que la lava no iba a caer al mar y al final sí que llegó. «Se ha parado la colada», leíamos hace una semana. Parecía que la lengua se estancaba, pero al final el magma y el océano se acabaron encontrando en ese beso nocturno de humo y de luz, un rumor oscuro y centelleante en el que algunos no confiaban. Hay que creer, además justo aparece a lo lejos otra ciudad fabulosa en el desierto ahora que vuelven a hablarnos de España en 2050.