FIN DE CICLO
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«Cuatro años después, ya habrá comprobado que en la hora del adiós, los propios son los primeros en apartarse de su otrora líder»La vida política aspira tantas veces a Shakespeare que sus protagonistas acaban, como los héroes de Macbeth, oscilando entre el ruido y la furia. Lo cual tal vez tendrá sentido en otras latitudes; en el suelo celtibérico, lo habitual es que haya ruido y ... furia, desde luego, pero reflejándose en el Callejón del Gato. La política española tiende al esperpento. La riojana, al astracán. Falta grandeza. Porque también carecen de ella muchos de sus actores.
Como prueba, puede subir al estrado a declarar Pedro Sanz. Hace apenas cuatro años, enfilaba su última campaña electoral. Él no lo sabía. Sospecharía que su omnímodo poder sería eterno y que podría ir enlazando una mayoría absoluta tras otra, con todo el PP rindiéndole pleitesía. Como si fuera un faraón. Pero el todopoderoso patrón de la política riojana jugó a la ruleta mientras elaboraba la lista que debía conducirle a otra victoria por goleada en las urnas del 2015 y acabó encontrando lo que cualquiera se hubiera temido: que enredado en los dos extremos de una molesta madeja (los líos del PP y su financiación, con derivada riojana, y sus propios contratiempos a cuenta de la finca de Villamediana), saldría de mala manera de la política. Él, sí: entre el ruido y la furia.
Cuatro años después, ya habrá comprobado que en la hora del adiós, los propios son los primeros en apartarse de su otrora líder. De quien se han ido olvidando sobre todo quienes más le debían: es decir, más o menos toda la cúpula del actual PP. Pilotó de modo tan mejorable su sucesión que ya entonces se sembró la semilla de la división posterior. Incluso se cimentó la reciente derrota en las generales, insólita para un partido que siempre salía a ganar. Y que además ganaba. Y como el dios de la política no juega a los dados, tampoco debe atribuirse al azar que esta última semana de vida legislativa pendule entre dos vertientes con aroma a pasado: entre las denuncias de irregularidades por la adquisición de su sede y las pendientes conclusiones sobre el urbanismo de Villamediana que aguardan el jueves, en el último pleno de la actual Cámara. Cuatro años después de irse, Sanz vuelve a reclamar los focos. La vieja política se impone a la nueva. Como metáfora de todo un fin de ciclo en diferido parece insuperable.
Cuando se retiró de la política, ironizaba Rubalcaba, cubierto en su adiós de elogios a cargo de quienes tanto le hirieron, que en España enterramos muy bien. Ni siquiera ese privilegio ha tenido Sanz.
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