Cheque con las redes sociales

Un planteamiento de intenciones que gira alrededor de la esclavitud a las aplicaciones de cuchicheos y la reacción ante ellas de tres personajes que de una manera u otra viven experiencias agridulces por culpa a las adicciones tecnológicas contemporáneas. En el festival de Berlín se alzó con el Oso de Plata, un premio que pone el foco sobre el coste emocional que la seducción por las pantallas es capaz de agitar el temperamento de tres víctimas de sus marrulleros enjuagues.

En un vencindario a las afueras de una ciudad, de casitas todas iguales, parece reinar la tranquilidad y el descanso. Sin embargo el uso de internet y el contenido que se fija en las diferentes plataformas ocasionan estragos anímicos de tal envergadura que sus afectados hacen un esfuerzo común no solo para escapar del atolladero sino para presentar batalla a los gigantes informáticos.

Los realizadores no se arredran y dibujan una paródica hoja de ruta sobre la toxicidad de estar enganchados a un popurrí de tendencias en las que caben los engaños, el bulling, el menosprecio a un servicio laboral, etcétera. El humor tiene chispa. Intenta ser un espejo satírico de una realidad que a unos les funciona y otros entran en la espiral de la burla y el flagelo. La moraleja es clara y te previene de su daño. Pero no todo el mundo está dispuesto a rechazar sus momentos de gloria en las redes sociales y la posibilidad de tener un 'Me gusta'.