Más cerca de la victoria
DÉJAME QUE TE CUENTE ·
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DÉJAME QUE TE CUENTE ·
Acompasan sus andares, lentos, cadenciosos, cansados, con algún temblor de manos y con cavilaciones que allegan a quienes están al otro lado de las mesas. Cumplen marcialmente el protocolo, como hacen cada día con las normas sanitarias antiCOVID.
Ofrecen el brazo, el antebrazo, la palma ... de la mano si fuera necesario. Todo para frenar la pandemia. Para lograr «un poquito de normalidad de la buena». La de abrazar a los hijos, besar a los nietos. Jugar la partida. La de pasar lista, con sorna, en el Hogar del Jubilado.
Acuden, llevan días haciéndolo las personas mayores, con un punto ceremonioso, conscientes de que les ha tocado vivir un momento histórico. Otro.
Con convencimiento comparecen en los vacunódromos nuestros mayores. Vacunódromos se les llama, como si de una nueva forma de estabulación se tratara.
Acuden con la certeza de que les queda mucha vida por delante.
Con la certidumbre de que sus familias les necesitan. Incluso, con la responsabilidad de quien sabe que su pensión, tampoco es gran cosa, aún le permitirá continuar ayudando a sus hijos.
Con convencimiento, pero también con el desánimo asomando, que en ocasiones les lleva a pensar que más vale morir con COVID pero en compañía que hacerlo en soledad aunque sin coronavirus.
Con un pequeño toque de desolación, sí, pero que no empaña la fortaleza y la convicción de quienes saben que esta batalla la vamos a ganar.
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