Censura

Una tiene poca memoria, pero todavía recuerda 'El televisor', con Narciso Ibáñez Menta y María Fernanda D'Ocón. No sé cómo pude ver aquel capítulo, cómo pude sortear la censura de mi casa, peor que la de la época. Mis padres no me dejaban ver aquella serie, pero tampoco 'Poldark' ni 'Hombre rico, hombre pobre', lo cual hizo que fuera una cría aún más solitaria al no poder hablar de Demelza o de Falconetti en la puerta del colegio. Los dos rombos marcaron mi infancia. Y para mal.

Ahora ya no tengo quien me censure nada. Solo Instagram, que no es poco: Susana Estrada ha protagonizado el documental 'Susana y el sexo', y la red social ha eliminado un vídeo promocional donde aparecía la famosa foto en la que la actriz enseña una teta junto a Tierno Galván; finalmente, han tenido que taparle el pezón para poder publicarlo. La cosa tendría más gracia si, cuando Instagram elimina contenido, salieran Irene Gutiérrez Caba, Margot Cottens y Rafaela Aparicio cantando «Somos, somos puritanas. Hermanas, hermanas», como hacían en 'Historia de la frivolidad'. Y, de paso, podían censurar las imágenes de pies playeros con falta de pedicura y la exhibición obscena de lujo macarra de la que hacen gala futbolistas y reguetoneros. Eso sí que merece dos rombos.