Castillo de emociones
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A los vecinos de San Asensio se les pregunta si su Ayuntamiento debe ejercer el derecho de retracto para hacerse con la propiedad del castillo de Davalillo. Con su dinero. Pero, ¿y después?Secciones
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A los vecinos de San Asensio se les pregunta si su Ayuntamiento debe ejercer el derecho de retracto para hacerse con la propiedad del castillo de Davalillo. Con su dinero. Pero, ¿y después?San Asensio celebra el sábado una consulta popular para dar voz a sus vecinos a propósito del futuro del castillo de Davalillo y la posibilidad de que el Ayuntamiento ejerza el derecho de retracto sobre la compraventa acordada entre la propiedad de la vieja contrucción ... militar medieval y Bodegas CVNE. Y aunque el debate que ha provocado esta operación y el interés que ha desatado el porvenir de la fortaleza deberían hacer palidecer de envidia al resto del patrimonio histórico, artístico y arquitectónico de la región, se impone un análisis racional de las alternativas que se plantean y que van más allá del ingenuo 'propiedad privada versus propiedad pública'.
Es cierto que, al margen de otras cuestiones, la controversia ha aflorado el afecto que los sanasensianos profesan por el que consideran su castillo, al margen de que su titularidad haya descansado siempre en manos privadas. Es, sin embargo, esa afección sentimental la que puede llegar a nublar el juicio que se debe requerir a la hora de adoptar una decisión de calado cuya exigencia supera el ámbito de las emociones. El castillo de Davalillo vigila el Ebro desde el alto de su cerro desde hace ocho siglos. A pesar de ser considerada la mejor muestra de arquitectura de su clase de la región, su devenir en las últimas décadas ha estado marcado por su progresivo deterioro. Tanto que amenaza una ruina que sus anteriores propietarios no supieron, quisieron o pudieron evitar teniendo como mudos testigos a los vecinos de San Asensio, desde donde pocas, o ninguna, voces se elevaron avisadoras.
Tampoco las administraciones públicas, ninguna -ni local ni regional ni nacional-, han intervenido a tiempo, bien para exigir actuaciones a los propetarios, bien para hacerlas de forma subsidiaria. Porque si es deber de los titulares del bien garantizar su mantenimiento, es también obligación de las instituciones que se cumpla tal imperativo. Después de tanta pasividad, solo ahora, cuando una empresa privada, una bodega como podía haber sido otra cualquiera, ha manifestado valor para comprar el castillo e invertir en rehabilitarlo parece que las administraciones despiertan de su parálisis. Lo cual es positivo, en tanto que deben ser las garantes del patrimonio histórico y cultural y del dinero público. Y de esto, de dinero público se habla también.
Porque a los vecinos de San Asensio se les pregunta si su Ayuntamiento debe ejercer el derecho de retracto para hacerse con la propiedad del castillo de Davalillo. Con su dinero. Pero, ¿y después? No cabe sólo el compromiso de la administración autonómica para afrontar una rehabilitación que se antojaría costosa. Porque habría otro después que exigiría más dinero público para dotar de contenido al castillo. Y para su mantenimiento. Realidades materiales, nada emocionales, que también deberían ser tenidas en cuenta por los sanasensianos y por la administraciones.
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