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Cáspita!, decían algunos personajes de las historietas que leía de niña. ¡Recáspita!, he dicho ante el inesperado acuerdo de PP y PSOE sobre la reforma de la Constitución de 1978. Pero no se alarmen quienes creen que cualquier alteración de la Carta Magna es un ... atentado contra nuestras esencias. El asunto no va a suponer el hundimiento de las columnas de Hércules que adornan, ya saben, el escudo de España. El parto de los montes alumbrado por los partidos mayoritarios es una simple alteración semántica del artículo 49 de la Constitución. En él se obliga a los poderes públicos a promover la integración de «los disminuidos físicos, sensoriales y psíquicos» para que disfruten de iguales derechos que el resto de ciudadanos. Es decir, el uso del término 'disminuido' no tenía en los años en que se fraguó la Constitución los tintes peyorativos que tiene en la actualidad. Parece más adecuado, en los tiempos actuales, utilizar un término más inclusivo como es el de personas con discapacidad, como propuso un informe de 2019 el Consejo de Estado. Más de tres años han transcurrido para alcanzar un acuerdo que precisa el voto de tres quintas partes del Congreso.

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larioja ¡Cáspita!