Casa tomada

Pero la rutina, mermada aunque imparable, se impone de nuevo... Hasta que otra noche, otro sonido, otra presencia angustiosa, les obliga a salir definitivamente de la casa. Desde el portal, el protagonista cierra con llave y la lanza a una alcantarilla. La casa, definitivamente, ha sido tomada por ese ruido inconcreto pero tangible sin que ellos hayan luchado ni plantado cara a lo que sucedía.

Así le ha ocurrido al fútbol no profesional español y a la UDL, que vivía cómodamente entre sus viejas paredes, siempre iluminada por la esperanza de un ascenso que permitiese salir de esa rutina de 'urritxes', 'lasesarres' y 'merkatondoas'. Y, cuando se vislumbra la materialización de ese sueño, primero se para la competición, luego se cambian las reglas, después se redibuja un inquietante futuro a 90 minutos... Y todo ello mientras la casa ha sido ya tomada por el bramido ensordecedor del fútbol sin público, los estadios 'neutrales', los test serológicos y la asepsia sentimental. La UDL está en el cancel de la puerta del fútbol modesto, un edificio antiguo que el próximo año será destruido para construir una casa nueva, pretendidamente moderna y eficiente.

A los de Sergio Rodríguez les cabe arrojar la llave a la alcantarilla, dar el definitivo paso a Segunda o retornar a una mansión convertida ya en la casa del terror, una Segunda B más pantanosa y tétrica. Y en 90 minutos, en Murcia, sin el calor de la afición... Siento que también han tomado mi casa.