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CECILIO BARRAGÁN
Viernes, 9 de noviembre 2018, 23:53
El lunes día 29, en el Ateneo Riojano, hubo una conferencia sobre el suicidio. Tirando del hilo, una causa importante del mismo es la soledad, del que pasamos a la tristeza y luego a la pobreza. Sobre la soledad decir que es un problema en incremento que las parroquias, en su rigidez evangelizadora, no saben tratar (aunque el Papa ha dicho que no hay que hacer proselitismo) y en Madrid les esté ganando el Ayuntamiento con un proyecto de prevención de soledad no deseada en el que colaboran tiendas de barrio y vecinos. En cuanto a la pobreza, las instituciones de ayuda de tipo colectivista demonizan la limosna pero apenas tienen un protocolo de ayuda y solucionan poco, también por las dificultades burocráticas. Sí que es desdeñable la limosna en su antigua arrogancia, pero puede ser un vehículo de contacto personal con el indigente, pues no todo lo soluciona el dinero. Pero la aporafobia o miedo al pobre es la fobia de las fobias, la que nos mantiene en nuestro búnker personal en esta época definida así por el sociólogo Frank Schirrmacher: «El egoísmo es la nueva racionalidad».
De la necesidad de la ayuda personal, hace poco el mismo Papa Francisco nos encargó hacer en persona o en el grupo que sea, una obra de misericordia concreta, con-cre-ta.
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