El principio de autoridad y la paz
Domingo, 20 de junio 2021, 02:00
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El principio de autoridad supone que alguien debe detentar la suficiente ejemplaridad para hacer cumplir la ley cuando se infringe. Este principio es perfectamente cuestionable, ya que ni toda autoridad es ejemplar, ni todas las normas son justas del todo. Pero en este país ocurre algo insólito, y es que reclamamos con vehemencia que se cumpla la normativa cuando un jugador toca el balón con la mano en el área de juego «porque la norma así lo especifica», o aceptamos conducir por la derecha para seguridad de todos. En estos casos somos inflexibles: que se cumpla la ley. Claro está que la norma no solo se ciñe al fútbol o al coche; el derecho y la autoridad impregnan cualquier área de nuestra existencia. Es lastimoso que se ataque a un profesor en su clase, que también es autoridad, y que se recule cuando quien aparece es un policía, sobre todo al verlo con su arma reglamentaria. Eso se llama cobardía, y está demasiado extendida. Claro está que para ejercer con garantías el derecho de autoridad, la persona debe de haberse formado lo suficiente, como para dictar sentencias, en el caso de un juez, cuyo dictamen es aceptado, aún a regañadientes, porque goza de fe pública. O un árbitro que decide el penalti, tan denostado él, o un sanitario, tan incomprendido e infravalorado, con todo lo que nos da y nos ayuda, alguien debe emplear la autoridad. Algunos dirán que para eso están y para eso de les paga, es comprensible el argumento, pero antes de llegar a lo que es la excelencia en el trabajo se han acumulado miles de horas de estudio, años de investigación, éxitos y fracasos. También los padres pagan a sus hijos los estudios y sus gastos, y demasiados se lo gastan en botellón, y les digo que ebrio no se puede estudiar, y que para ser el futuro de España en medicina, magistratura, matemáticas, o campeón mundial de fútbol, hacen falta muchas horas ante los libros y el gimnasio, y menos críticas, insultos y piedras, hacia quienes tratan de hacer un país seguro en todos los ámbitos.
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