Leo que desde el Gobierno del vecino País Vasco se critica a La Rioja porque acoge, solo, a nueve inmigrantes menores no acompañados, mientras que en los centros de Vizcaya, Álava y Guipúzcoa tutelan a más de 700. Como riojano, y ante semejante rapapolvo público, ... no tengo por menos que indignarme... con las instituciones y políticos de mi tierra. Porque razón no le falta a quien nos saca así los colores. Somos la región más pequeña, en efecto, pero si tanto gustamos de compararnos con el resto de autonomías en otros aspectos, por qué, para empezar a sentirnos grandes, no lo hacemos también en este campo de la solidaridad.

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Si la inmigración, en general, es una cuestión que nos apela a todos, la vida de los menores que llegan a España sin otra compañía que su ilusión, o sus miedos, es una responsabilidad que nos concierne en Canarias, en Andalucía, en el País Vasco y en La Rioja. Y no escribo de cupos ni de porcentajes; escribo de personas y de Derechos Humanos.

Si carecemos de la infraestructuras precisas para atender a esos niños, como argumentan los dirigentes de la comunidad, será cuestión de ponerse manos a la obra para resolver tan vergonzante déficit, no de emplear una excusa tan pobre para tratar de ocultar una racanería que no se corresponde, desde luego, con el carácter acogedor, en el amplio sentido del término, de la, me atrevo a decir, mayoría de los riojanos.

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