Los tambores de guerra nunca dejaron de sonar aunque haya quien sólo los percibe desde que se acercan desde Ucrania. Salvo para quienes creyeron la ... filfa de Fukuyama y su fin de la historia, la guerra es consustancial a un modo de producción en el cual la disputa por el mercado mundial entre las potencias trae consigo, cuando no puede encontrar otro acomodo, una nueva matanza en la que muchos se asesinan protegiendo los beneficios de unos pocos, que los lanzan a la escabechina bajo la excusa de defender (nunca agredir) la patria, la democracia, la raza o la civilización. 800.000 millones solicita la Comisión Europea para armarse y defender los valores de la UE ¿Qué valores son esos?, ¿los que permiten el genocidio palestino, los que aplauden que la sucursal de Al Qaeda se apropie de Siria, lo que abandonan al pueblo saharaui?, ¿qué valores son esos que encuentran 800.000 millones para su guerra pero no para sacar del paro a 13 millones de europeos, garantizar una vivienda o una sanidad que no se demore una semana en atender una consulta por falta de personal? Me niego a ser carne de cañón para defender los privilegios del IBEX-35, menos aún de Wall Street. Porque quienes pudren nuestras vidas no residen en Moscú, Pekín o Teherán, sino en los barrios más exclusivos de Madrid u otras ciudades cercanas, donde festejan que solo el 4 de marzo el valor accionarial de las empresas armamentísticas se incrementase un 10%. Lo mismo que nuestro salario, ¿verdad?
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