Carta de un virus

Primera: somos tan seres vivos como ustedes. Que seamos moléculas acelulares, provistas de genes que necesitan parasitar células de otros para sobrevivir, no nos invalida como organismos capaces de nacer, crecer, reproducirse y morir, como cualquier otro en la naturaleza. Muchos de ustedes también son parásitos y nadie les niega esa condición.

Segunda: nosotros estábamos primero. Los virus no aparecimos un día para fastidiar a plantas, animales e incluso microbios sino que ya poblábamos este planeta mucho antes de surgir la primera célula, así que ustedes nos infectaron a nosotros.

Tercera: ni somos todos iguales, ni tan malos. Hay miles de clases de virus, la mayoría inofensivas. Algunas causan enfermedades, pero su mortalidad es mucho menor que la generada por el ser humano con sus odios, guerras, genocidios y privación de recursos a los más débiles, con la diferencia de que nosotros no podemos cambiar nuestro comportamiento y ustedes sí. Además, colaboramos con la ciencia biomédica en terapia e investigación celular y genética contra sus cánceres.

Cuarta: ustedes nos ganan a estúpidos. El coronavirus causante de COVID-19 es tan tonto que llega a matar al huésped del que depende para subsistir, lo que significa su suicidio. Pero insistamos, él no puede alterar su conducta, pues carece de raciocinio y voluntad. Y entre la ineptitud de los gobernantes y la irresponsabilidad de sus gobernados, los terrícolas han demostrado ser aún más estúpidos que los primos Coronillas, como llamamos en casa a estos coronavirus, equiparables a sus violentos y descontrolados adolescentes causantes de disturbios callejeros.

Quinta: aprendan de nosotros. Como todo organismo dotado de ADN, los virus somos capaces de alterar nuestro código genético para mutar, es decir, de cambiar para adaptarnos y sobrevivir, base de la evolución biológica. Pero los humanos son incapaces de modificar sus comportamientos ni ante la pandemia que está evidenciando las debilidades de su vulnerable sistema.

Los virus, en fin, no somos culpables del fracaso del injusto y absurdo modelo de humanidad que ustedes crearon y se empeñan en mantener con obstinación y arrogancia suicidas. Lamentamos los estragos que una minoría de los nuestros les está causando, pero sólo podemos asumir los directamente relacionados con la invasión celular. Los otros (económicos, sociales, políticos, etc.) ya son cosa de ustedes. Busquen también esa vacuna.