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La pugna por el cambio geopolítico entre China y USA es cada vez más evidente. Los estilos son distintos: la todopoderosa y democrática USA, vía Trump, se convierte en un país hosco, insolidario y avaro dedicado a la autarquía político-económica, aniquilando aliados y boicoteando ... instituciones internacionales; China, con credenciales claramente dictatoriales y desprecio a los derechos humanos, maquilla su imagen exterior con una aparente solidaridad dando ayudas para curar a contagiados, aplazando plazos de deudas o reflotando empresas al borde de quiebra.
Acritud o maquillaje solidario, se anuncia un posible cambio en el orden mundial con un nuevo elemento en juego: lograr una vacuna Covid19 para controlar la pandemia, revivir y despegar la economía mundial, aunque nutra fantasmas de un poder nacionalista acaparador o un gigante farmacéutico ávido de ganancias.
Varios laboratorios farmacéuticos y Estados van a la carrera para conseguirla con palpable espíritu competitivo, aún sin evidencias concluyentes de solucionar la lucha contra el Covid-19. La creada en China por la empresa CanSino y el Instituto de Biotecnología de Pekín, basada en un adenovirus humano y ensayada en un centenar de voluntarios en Wuhan podría, según Lancet, provocar una respuesta coordinada de anticuerpos y células inmunitarias para contener la infección. Europa, descubriendo ser dependiente del exterior y estar fuera de esta carrera tanto en la aplicación numérica para el trazado del virus mediante Google o Apple, como en la investigación contra el virus, lanzó una llamada al fondo mundial de 7,5 millones de euros e impulsa el desarrollo de una vacuna por científicos de la universidad de Oxford con la multinacional Astra-Zeneca, a partir de un adenovirus de chimpancé, anunciando distribuir millones de dosis en septiembre, si se mostrara eficaz y segura en los ensayos en curso con humanos. Y llegó el escándalo con la desarrollada por Sanofi, cuando el director del laboratorio anunció que se daría prioridad de abastecimiento a los norteamericanos dada su inversión en ella, a través de la Autoridad de desarrollo e investigación biomédica avanzada (BARDA).
Estemos alerta. La necesaria vacuna debe estar fuera de especulaciones o leyes de mercado porque sirve a un bien público mundial: la inmunización ante la pandemia. Queremos y necesitamos una vacuna, aunque sea un instrumento en la competición que libran China y USA en la carrera por ella. Atrás queda el argumento de los antivacunas, ¿qué pensarán ante la evidente necesidad protectora y búsqueda actuales?
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