Secciones
Servicios
Destacamos
El martes se celebró en la UR el acto de investidura de nuevos doctores y, supongo, doctoras, ya que me encontraba entre quienes se les impuso el birrete, al haber obtenido, el pasado curso, la máxima titulación académica. Este acto simboliza la meta de una ... carrera de obstáculos que, desde el inicio de los estudios de grado, suma unos diez años de trabajo. Allí, quienes hemos estado investigando diferentes problemáticas y aportando nuevas perspectivas, vemos como, a pesar de las felicitaciones de la sociedad, el doctorado no sirve más allá de que te miren con cara de «pero qué inteligente debes ser». Inteligente o inconsciente, suelo pensar yo, aunque tiene más que ver con horas de esfuerzo, como los éxitos en la vida de la mayoría de las personas. La constancia es la variable común, sumada a las circunstancias socioeconómicas que te rodeen. No se vayan a pensar que, tal y como sostiene alguna fuerza política, el éxito solo depende del esfuerzo.
Pero que me voy del tema. Allí estábamos sonrientes ante un futuro prometedor. Lamento decepcionarles: no es el caso. El doctorado, en la gran mayoría de disciplinas, tiene valor en la Universidad. Si miramos hacia el mercado laboral cuenta más un curso de formación que tu aportación al saber a lo largo de los años de doctorado. Pensándolo bien, no dista mucho de lo que se valora en el sistema educativo. El pensamiento crítico siempre está supeditado al repetir, sin cuestionar, los postulados que dicen ser la Verdad.
Quizás piensen: «Bueno, pero os permite tener un trabajo en la Universidad». ¡Ja! Perdonen que me ría. Sí que nos lo permite, pero, ¿a qué precio? ¿Hablamos de las condiciones laborales? ¿De los méritos para optar a tener una mera posibilidad? ¿De las renuncias personales que hay que hacer para obtener esos méritos? Demasiados obstáculos para tan elevado nivel de incertidumbre. Así, la Universidad es digna heredera de este sistema en el que solo puede quedar uno y no siempre el mejor, si no quien mejores cartas, muchas veces marcadas, tiene. ¿El resultado? Una gran mayoría de aspirantes al terminar sus estudios de doctorado abandonan. Muchos, entre los que me encuentro, piensan: «Todo esto, ¿para qué?»
Y esto se lo cuento sin que mi caso sea el peor escenario posible, ni mucho menos. ¿Que cuál es mi caso? Tras el doctorado logré un contrato bien remunerado el cual me permitía continuar mis investigaciones. Dos años de trabajo, uno de ellos fuera de mi casa, sin pretender tener una jornada laboral de 40 horas, con un alto nivel de estrés para cumplir el mantra de «mérito, mérito, mérito» ya que, si no es así, no podrás continuar en la carrera porque, cual ratón de laboratorio, no puedes dejar de correr para que la rueda no pare con un eco constante «mérito, mérito, mérito». Esto con 30 años y con planes de ampliar la familia. Me salió otra oferta de trabajo sin estas renuncias personales. ¿Ustedes qué priorizarían? Yo lo tuve claro, mi familia y mi salud mental.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.